Yo besaré al príncipe
CITA EN EL SUR ·
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Los socorristas no realizarán el boca a boca y algunos príncipes salen ranaLos cambios de fase conllevan desfases y hay que andar con ojo. Ya se puede ir a la playa, pero cuidado con las banderas y la corriente: o te ahogas del todo o nada, y si nadas no te ahogas. Los socorristas no realizarán bajo ningún concepto el boca a boca por lo que a las ocho de la tarde no les aplaudiremos. El boca a boca tendremos que hacérnoslo entre nosotros los bañistas y que Poseidón nos pille confesados. «Toda víctima es infectocontagiosa hasta que no se demuestre lo contrario», indica en un documento la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, y así lo defiende Francisco Cano, director de Prevención y Seguridad de la RFESS. Cano en inglés significa que no se puede, así que no hay tu tía y a nadar con discreción, que en boca cerrada no entra plancton. También se advierte que los corrillos de curiosos deberán guardar una distancia de cuatro metros. No se pueden hacer muchas cosas, pero muchos se saltan las normas, ¿por qué?
Vuelve la playa y amenaza con volver el fútbol. Un heredero belga ha venido de incógnito a Córdoba y la ha liado. En Bélgica son muy flamencos, aunque a los flamencos no les gustan los valones y sólo les une el fútbol, y cuando les une. En Bélgica hay un rey y el rey tiene una familia real que guarda orden por si hubiese que sustituir al rey. Aprovechando la fresquita, un miembro de la real familia belga ha viajado a Córdoba sin guardar la pertinente cuarentena, que la pasó en Córdoba con unos cuarenta, treinta y siete en total, y parece que venía contagiado. El príncipe Joaquín es el décimo en la cadena sucesoria, aunque durante una época fue el noveno, pues su hermano mayor se casó con una periodista italiana y no se lo comunicó antes a su tío, el rey, por lo que perdió el puesto. En principio lo normal es que cuando uno se casa avise a toda la familia, pero las familias ricas son todas diferentes, por jugar con Tolstoi, que dijo que las diferentes eran las infelices, aunque el jugador era Dostoievski, arruinado en el juego. Qué apellidazos tienen los rusos, así cómo no iban a escribir esos novelones. Como estarán intrigados con la parte importante de la columna les tranquilizaré: el hermano del príncipe Joaquín se disculpó ante el rey y recuperó su puesto, y el príncipe Joaquín el suyo: décimo. O sea, será más fácil verlo en Fuengirola que en el palacio real, pero así mejor, sin protocolos, como a él le gusta. En Fuengirola que haga caso de la bandera, vaya a tragar agua. Yo, antes que dejarlo tirado y solo en el corro, le hago el boca a boca, aunque a ver si al besarlo va a salirnos rana.
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