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Santiago Abascal, crecido por euforias trasatlánticas y su corrillo de visionarios, pronostica que el pueblo español colgará a Pedro Sánchez por los pies tal como hicieron en Italia con Mussolini y su amada Clara Petacci. De vuelta a España, Abascal no se desdice. Es muy ... machote y afronta lo dicho. Le faltó señalar en qué gasolinera pondrán boca abajo al presidente del Gobierno. Que lo denuncien si quieren, él solo dice la verdad, recurre a la Historia. ¿Sí? ¿La Historia dice que a Pedro Sánchez lo colgaron de los pies, o sencillamente está burlándose de la inteligencia y de la cordura de quien lo escucha? O, eso sí, está calentando a los suyos, a los que ya piensan como él, a los que están dispuestos a justificar lo que no tiene justificación.
A Abascal la Historia le importa un pimiento. Lo que le importa y le interesa es la manipulación de la Historia. Comparar ni de lejísimos la situación de la Italia fascista en mitad de la II Guerra Mundial con un país como el nuestro solo puede ser producto de la ignorancia absoluta o de la barbarie intelectual. O una mezcla de las dos cosas sumada al interés personal y partidista. Por desgracia, Santiago Abascal y Vox no son los únicos que se dedican a ese uso distorsionador de la realidad. La era líquida en la que vivimos tiene como característica la inconsistencia de los argumentos y la falta de justificación de los discursos. La coherencia tampoco es necesaria, puede plegarse, fundirse, y echarse a la papelera sin que eso provoque el menor rubor en quien hace de la incoherencia bandera.
Tras el despropósito de Abascal, a Sánchez se le ocurrió una desafortunada comparación en su defensa de la ley de amnistía. El III Reich y Vox. Por muy retrógado que sea, y lo es, el partido de Abascal y por muy hirientes que resulten para un país democráticamente desarrollado las continuas actuaciones ultramontanas de Vox, solo hay que recordar unas pocas imágenes de Auschwitz o de las masacres en los bosques del Este de Europa para saber que la maquinaria de exterminio nazi y Vox no tienen sobre sí el mismo peso en la historia universal de la infamia, que diría Borges. Menos razonable aún parece que ante el desatino de Abascal la respuesta de los socialistas sea la de atacar a Núñez Feijóo por connivencia. Esa estrategia de unir sistemáticamente al PP con Vox resulta cansina. Tanto como cuando desde la derecha tachan a Sánchez de gobernante comunista por el hecho de tener a algunos seguidores de la hoz y el martillo como socios. Adulteración y banalidad. La realidad no ya como algo líquido sino como una plastilina insustancial que se amolda al gusto del oyente.
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