Antonio Clavero Barranquero
A CADA UNO LO SUYO ·
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A CADA UNO LO SUYO ·
Antonio, querido Antonio. El optimismo hecho carne, la pasión por la justicia como sangre, la bondad hecha método de tu vida, bien aprovechada, porque fuiste la vitalidad aplicada a todas las tareas a las que te entregaste, siempre nobles y para el interés general. Una ... buena prueba de lo que digo. La Economía de la Salud, como ámbito de docencia e investigación, no se puede entender sin el trabajo del profesor Clavero Barranquero, y muchos hemos sabido apreciar a la gran familia de los Maristas gracias a su gran tarea con la asociación de sus antiguos alumnos. También nos hemos reafirmado en nuestra identidad malagueña y marítima por esa maravillosa asociación de los Amigos de la Barca de Jábega y su expresión escrita, los 'Cuadernos del Rebalaje', de las que Antonio era entusiasta impulsor. Solo una persona como Antonio podía conseguir que me planteara estudiar la Econometría, esa dura asignatura que él enseñaba con maestría en nuestra Facultad de Económicas de la Universidad de Málaga, y que dejé, hace tiempo inmemorial, cuando cursaba Derecho en la UMA y Económicas en la UNED. Y créanme, no era tanto por terminar la carrera (que a estas alturas me importaba bien poco) como por aceptar el entrañable ofrecimiento que siempre me hacía para ayudarme con los endiablados modelos estocásticos de series temporales, y tener la oportunidad de su siempre grata compañía. Por desgracia, en los últimos tiempos, esta vida ajetreada que todos llevamos hizo que nuestro contacto casi siempre se debiera al azar del encuentro callejero, y que el poco tiempo de ponernos al día culminara con el consabido «tenemos que vernos», «te llamo», «mira la agenda y quedamos para cenar», impidiendo tu muerte que ahora podamos ponerlo en práctica. Sin embargo, las redes compartidas han posibilitado estos años que nuestras fechas de nacimiento fueran buena ocasión para ese breve pero cariñoso contacto electrónico, y así felicitarnos los cumpleaños. Nadie ignora lo perseverante que es la parca, pero nos quedaban muchas charlas pendientes, maldita enfermedad la que te ha llevado de nuestras vidas. No quiero recordarte con tristeza. Doy gracias a Dios que la suerte me haya situado en nuestro mismo solar malacitano, permitiéndome conocer y disfrutar de una gran persona como tú. Me diste el honor de tu amistad y de tu sabiduría, que derramabas a tu alrededor con tanta generosidad como brillantez. Málaga te debe tener presente: has representado lo mejor de esta ciudad y tu nombre debe presidir algún lugar emblemático para que siempre nos recuerde a los malagueños las virtudes de la inteligencia y la honestidad. Si cuando toque, San Pedro me admite en el lugar en el que seguro que estás, ten por seguro que me pondré bajo tu dirección a empollar la «varianza en modelos multiecuacionales», y para descansar, hablaremos de nuestras cosas, no debe ser todo la tralla. Descansa en paz, amigo, maestro.
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