He tenido que ir al vídeo de la final de monólogos científicos para comprobar cómo de andrajosa iba doña Letizia. Hombre, me habría enterado antes de ser así. A la revista alemana Bunte (en mi casa siempre hemos sido más del Burda) le ha parecido ... que la Reina de España iba andrajosa, pero no por las habituales zapatillas blancas debidas a la lesión en una falange. Por la blusa, top o lo que fuera que llevaba en la parte superior. Una prenda de Adolfo Domínguez hecha como de retales sueltos por los flancos. Técnicamente «confeccionada con paneles anchos de crêpe georgette cruzados, en blanco, cuello caja y sin mangas».
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Decía Lagerfeld que el desaliño y la mediana edad eran incompatibles. Algo insostenible, añadiría yo, como Capri sin sol según Claude Lanzmann (de cuando escribía en Marie Claire, antes de contarnos la Shoah). Una andrajosa sabe cuándo otra no lo es. La Reina está lejos hasta de parecerlo. Por la cuenta que le trae.
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