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Isabel Díaz Ayuso (IDA) se ha consagrado hoy como la nueva estrella del PP con su apabullante triunfo en las elecciones a la Asamblea de ... Madrid. Y lo ha hecho a su manera, con un discurso propio y sin tutelajes del partido que preside Pablo Casado, al que le ha devuelto el favor cuando la nombró en las pasadas autonómicas como candidata. Le ha dado aire y posibilidades de desbancar a Sánchez de La Moncloa en las próximas generales. Representa el 'sí se puede' del centroderecha en España al canalizar el descontento con el actual Ejecutivo. Al principio nadie confiaba en la presidenta madrileña. Es más, se la tildaba de estar fuera de la realidad política, como atolondrada y sin fuste. Una tontita, vamos. Sin embargo, ha conseguido el favor del pueblo gracias a su gestión, algo que es difícil de lograr, porque por lo general el poder lo que hace es desgastar. Que se lo pregunten a Pedro Sánchez, que ha recibido un fuerte castigo a través de los madrileños.
En este caso ha sido al contrario. Su gran acierto ha sido salirse del aborregamiento generalizado que existe en la clase política a raíz de la pandemia. Había otras formas de gestionarla. Y ha ganado la partida al rebelarse contra Pedro Sánchez, que empezó la campaña en un cuerpo a cuerpo contra ella y la terminó agazapado en la retaguardia. Ayuso siempre ha llevado la libertad por bandera cuando reclamó que las comunidades pudieran buscarse la vida para traer material sanitario cuando el ministro estaba literalmente bloqueado. Entendió que un país no podía estar parado ad eternum porque la miseria provocaría efectos más devastadores que la propia pandemia. No criminalizó a la hostelería, como se ha hecho prácticamente en el resto del país, y permitió su apertura con las lógicas restricciones de aforo.
No hizo lo fácil, que era seguir los postulados del Gobierno, sino que se la jugó. Y abrió en tiempo récord un hospital, después de acondicionar Ifema. Hechos, no palabras. Y defendió la capacidad de cada autonomía en decidir qué impuestos imponer a sus conciudadanos. Con esas cartas no era muy difícil ganar la partida. Y además marcó la agenda desde la convocatoria electoral con su lema socialismo o libertad, todo un órdago que muy pocos dirigentes de la derecha se habían atrevido a lanzar hasta ahora. El Gobierno la ha llegado a presentar en diversas fases de la pandemia como una trastornada, pero IDA ya no es sinónimo de locura, sino de libertad. La causa de su rebeldía.
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