Por ahora

La amnistía es el final

Domingo, 2 de junio 2024, 02:00

El relato diario de la deriva política de nuestro país se ha hecho cansino y está repleto de '¡uys!', episodios de probables corrupciones y leyes de amnistías, a modo de cesiones de todo tipo de calado, para que Sánchez siga en el puesto de sus ... sueños. Nunca como hasta hoy ha podido verse cómo cada mala noticia viene a tapar la anterior, haciendo difícil guardar memoria de tanto episodio chusco, corrupto o sencillamente escandaloso. La legislatura no va, la «mayoría progresista» de la que Pedro S. tanto alardeó no existe, salvo para algunas pocas cuestiones, los acuerdos cotidianos no van a llegar, porque los socios son incompatibles. Así visto, la permanencia de este gobierno ni se sostiene ni tiene el mínimo sentido.

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El proyecto de «convivencia» -Sánchez- y de «ternura» -Yolanda- no tiene contenido, ni apoyos, ni camino. Reconocerlo por parte de los que tienen la responsabilidad de este invento no es fácil, se vive bien y se duerme mejor -parece ser- si se está al mando, aunque no se progrese, ni se aprueben leyes ni medidas. Poco a poco, mantener y aderezar ese discurso que quiere avalar un castillo de naipes a punto de caer, se nos va haciendo vacío y algo mucho peor, dudoso y arriesgado.

La deriva del 'muro' se visualizó a las claras con una ley de amnistía aprobada por 177 diputados frente a 172. ¿Se puede llevar a una sociedad partida en dos por la senda de una de las dos mitades? Parece inconveniente, indeseable e injusto. Pero, además, crea un agravio social insoportable, pues aprobar por los pelos señaladas causas de vital trascendencia es una forma de sometimiento. Lo que puede darse formalmente por aprobado de uno contra otro de igual tamaño necesariamente ha de crear un estado de desasosiego nada edificante ni gratuito. Si a la intranquilidad de la representación 'extramuros' se le añaden los presuntos y muy numerosos casos de presunta corrupción desde Moncloa a Koldo y desde Koldo a Ábalos, pasando por otros tantos y vaya usted a saber, la inmensa crisis de permanencia está servida. Abundar en la sospecha -cada instante más fundada- de que lo único que importa es la continuidad de Sánchez es de una gravedad infinita. Huir hacia delante todos los días, incluso creando o enfatizando enfrentamientos e incidentes internacionales de grave perjuicio objetivo es una conducta indeseable. Hay que ser conscientes de que nada que ocurra a continuación o como consecuencia de ello podrá compensar los daños por muy súbito que sea.

Los cuerpos inestables acaban por disolverse o estallar, como los gobiernos inviables, algunos no quieren saberlo y prefieren engañarse mintiéndonos a todos, pero esto está terminado. El final empieza hoy.

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