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B raulio Medel anunció por sorpresa el Jueves Santo, cuando el Cristo de la Buena Muerte estaba a punto de efectuar su salida, su decisión de renunciar a la presidencia de la Fundación Unicaja. No dijo cómo ni tampoco cuándo. Fijó su marcha «tras un ... corto periodo de tiempo» con el deseo y aspiración de hacer «una transición ordenada», que en su lenguaje se puede traducir en que quiere controlar su relevo y dejarlo todo, recurriendo a la histórica frase del dictador Franco en las Navidades de 1969, «atado y bien atado».
Pone fin así –aunque todavía está por ver– a 35 años al frente de la entidad malagueña, primero como presidente de la Caja de Ahorros de Ronda y luego al frente de Unicaja –tras la fusión con las cajas de Antequera, Provincial, Almería y Cádiz–, de Unicaja Banco y de la Fundación Bancaria Unicaja. En este tiempo la entidad malagueña se consolidó hasta convertirse en el quinto banco de España que es hoy, mérito del propio Medel y de un equipo de profesionales, muchos de los cuales clamaron públicamente por su salida durante los últimos meses y arremetieron contra su gestión, lo cual es bastante sintomático y esclarecedor a la hora de analizar con objetividad su papel en la historia del sector financiero andaluz.
Braulio Medel ha sido una de las personas más poderosas de Andalucía –si no la que más– durante décadas, hasta el punto de construir el perfil de un estratega implacable, inteligente, persuasivo, paciente y capaz de controlar voluntades personales e institucionales. «Don Braulio es mucho Braulio», decían y dicen por Andalucía. Controló el poder, pero no supo ni pudo controlar su reputación, maltrecha por su propio empecinamiento y por sus propios errores.
Nunca nunca una dimisión generó un alivio tan unánime en la clase política, económica y financiera de Andalucía. Y eso también es sintomático. Se aferró al sillón y sus decisiones provocaron que el Protectorado del Ministerio de Economía llegara a dudar por escrito y públicamente de su «honorabilidad comercial y profesional» para ser presidente de la Fundación Unicaja, algo insólito. También el Banco Central Europeo, el Banco de España, todos los partidos políticos y sindicatos y el propio Gobierno de la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación Provincial, así como entidades de la sociedad civil, expresaron en público y en privado su malestar por su forma de ejercer y entender la presidencia de la Fundación Unicaja. El problema de Medel, y así se lo expresé personalmente en una ocasión cara a cara, ha sido creerse que la Fundación Unicaja era suya y podía hacer y deshacer a su antojo. Y no. Ni mucho menos.
Además de saber cuándo y cómo dejará el cargo, la gran incógnita es saber si su salida se produce cuando el daño ya es irreparable. Porque Medel es el artífice de que el consejo de administración de Unicaja Banco y la toma de decisiones esté en manos del bloque asturiano y de Manuel Menéndez, con lo que ello significa para la pérdida de arraigo y presencia del banco en Málaga. Hay quienes consideran que Medel diseñó y organizó la mayor traición a Unicaja. No sé si eso será verdad, pero lo cierto es que ha llevado a la entidad malagueña al abismo, única y exclusivamente por sus ansias descontroladas de poder.
La Fundación Unicaja debe recuperar la sensatez y reestablecer el sentido común de su participación en el consejo de Unicaja Banco. Y eso sólo es posible restituyendo la balanza de poder y la ecuación de canje de la fuisión con Liberbank, en cuyo acuerdo se establecía que era la entidad absorbente, Unicaja Banco, la que debía y debe ejercer el control del banco. No va a ser tarea fácil, pero ese tránsito está regulado y ordenado y, por tanto, es posible.
La salida de Medel no es el final del camino –un camino que muchos consideraron imposible– sino el principio de la recuperación de Unicaja Banco como entidad con arraigo malagueño y andaluz capaz de codearse con los grandes.
Cuando salga definitivamente Medel, los cuatro consejeros dominicales de la Fundación Unicaja en el consejo de Unicaja Banco deberían, por honestidad profesional, poner sus cargos a disposición del Patronato de la Fundación –de hecho y legalmente lo están– y esperar instrucciones para seguir o para marcharse también.
No es un secreto que la decisión de Medel deja tocado al consejero delegado del banco, Manuel Menénez, y al propio consejo que, en otra decisión insólita –con el voto en contra del presidente, Manuel Azuaga–, publicó un manifiesto en defensa de Braulio Medel que el propio Medel, con su marcha, deja en evidencia.
Y no hablemos de la situación en la que queda el exárbitro de fútbol y presidente de Unicaja de Baloncesto, Antonio Jesús López Nieto, con su credibilidad achicharrada con la renuncia de Medel. López Nieto defendió a toda costa a Medel –que le nombró para sorpresa de muchos presidente del equipo de baloncesto–, poniendo en juego su propia reputación y credibilidad y contra el criterio, incluso, del presidente de la Junta de Andalucía.
En su carta de renuncia, Braulio Medel aducía como motivos la grave llamada de atención del Protectorado del Ministerio de Economía sobre la crisis de gobernanza en la Fundación Unicaja y motivos personales y familiares. También justificó su decisión en las «persistentes campañas mediáticas hostiles, prolongadas en el tiempo». Lo que Medel llama «campañas mediáticas hostiles» no son más que informaciones periodísticas publicadas por SUR –también por El Confidencial, es justo reconocerlo–, todas ellas contrastadas, verificadas y documentadas y, por tanto, veraces y rigurosas. Quizá lo que ocurre es que no estaba acostumbrado Medel a que en Andalucía el periodismo ejerciera su papel y su función. Costara lo que costara y cayese quien cayese. Todo lo publicado en SUR sobre Medel, la Fundación Unicaja y Unicaja Banco es, simplemente, la verdad. «La existencia de un sinfín de presiones externas» de las que hablaba Medel en su carta iban, más bien, en sentido inverso. Y no digo más.
Se abre un nuevo, complejo y tortuoso camino con la retirada de Medel, que debería seguirse con orden y sentido común y cuyo único objetivo debe ser devolver la cordura y sus principios fundacionales a la Fundación Unicaja y garantizar el cumplimiento estricto y profesional del acuerdo de fusión de Unicaja Banco y Libebank, subvertidos en estos momento por intereses que nada tienen que ver con la consolidación de la entidad como quinto banco del país con arraigo malagueño y andaluz y con la aspiración de fortalecerse como banco independiente.
Y frente al alivio unánime hay tambié desconfianza sobre las últimas jugadas de Medel en esta partida, porque lo que es evidente es que no se dará por vencido y no reconocerá su derrota hasta que él sea la única pieza que quede en este tablero maltrecho de Unicaja que ha estado a punto de hacer zozobrar. Porque don Braulio era mucho Braulio.
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