Y abrió el Florida
INTRUSO DEL NORTE ·
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INTRUSO DEL NORTE ·
Allá, Jesús en un collage, la gran Marifé en otro, velarán por el arteY se abrieron las puertas de El Pimpi Florida, como las del Cielo. Con reserva previa, todo lo que sea, pero este periódico sacó a ... una chica llevada como el Cristo legionario y la normalidad llegó a ese paraíso reducido entre las altas torres paleñas. Ha pasado mucho tiempo el bar, nuestro bar, cerrado. Quizá por eso hay menos parejas y los jóvenes de 18 a 100 años andaban como perdidos por la ciudad. Pero Pablo abrió, con un polo rojo, y reactivó el alma de España con solo encender la plancha y que Raphael llegara a los bafles. La espera ha sido larga, y en las peores horas del confinamiento nos esperábamos que fuera a desaparecer ese estilo de vida pimpero, que no es más, ya lo recordaba nuestro llorado Jesús, que ponerle una sonrisa a la vida.
La apertura de El Pimpi nos reconcilia con lo mejor del ser humano. Con aquel médico que se desveló con la búsqueda de la vacuna; con quién se pinchó frente a los descarriados negacionistas y así. Y sí, temí por El Pimpi en los peores estadios de la pandemia cuando las calles andaban vacías y el hombre, que es animal de bullas, se guardaba unas distancias kilométricas. Sin embargo, la paciencia fue abriendo etapas hasta llegar a esta última, cerca de las Cuatro Esquinas paleñas. La paciencia, esto de residir en la Tierra, nos debía, por lo pasado y lo llorado, una y mil noches en El Pimpi. Dicen que pintaron la fachada porque en ningún momento arrojaron la toalla, y cuando empezó el alivio en los bares ya el personal iba preguntando cómo y cuándo de la apertura entre tanto jaleo normativo. Entonces había que conformarse con los vídeos que quedaban en Internet. Y hasta las ropas de los allí grabados eran distintas, como de otra época, reciente pero lejana. El olor de las gambas, entre subida y bajada de la mascarilla, llegará a la pituitaria y las habitaciones últimas de la sangre. Allá, Jesús en un collage, la gran Marifé en otro, velarán por el arte en estos tiempos en que muchos nos quieren tal que un rebaño aburrido.
Uno se ha hecho en El Pimpi Florida, y su identidad más propia la ha dejado allí. Entre escritores y la fauna sana que nos reuníamos los domingos a la noche, por evitar multitudes y tenernos más cerca de taburete a taburete, de alma a alma. El que esto suscribe irá, si puede, en diciembre. Con una bufanda y con ganas de vengarse del tiempo con un carabinero. Jamás me habrá sonado mejor la Pantoja.
Eso de la esperanza, en este caso concreto, sí que habrá servido para algo. Que le pregunten a quienes han vuelto a ser lo que son por una noche en el Florida después del calvario de esas vacunas que no llegaban. Se abrió El Pimpi, y Málaga, al menos Málaga Este, volvió a ser tal y como la recordamos.
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