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Familiarizado con el riesgo político extremo, cada una de las circunstancias que le sobrevienen o afectan a su responsabilidad, o que son creadas por el efecto de sus propias decisiones, no son sino el común de toda la trayectoria pública de Pedro Sánchez. Frío como ... el hielo, finge como un actor de segunda, pero con mucho oficio, cada gesto de empatía, vecindad, cercanía o conmiseración por hechos, desequilibrios, injusticas, sucesos o catástrofes nacionales o ajenas. Esta característica helada de su carácter le permite mantenerse al margen del padecimiento o preocupación de todo problema singular y de la propia deriva negativa general de nuestro país. «España va mejor» es la frase sanchista del momento, remedo de la aznarista «España va bien», ésta sí con fundamento. Para decir algo así, si el que así lo afirma cree firmemente en ello, transmite su fe a todos en ese momento; si está mintiendo, por mucho que se empeñe también acaba por transmitir que se trata de un embuste con más o menos guarnición; pero si se trata de Sánchez, su inmensa lejanía del mundo y la gente producen una escena bajo cero en la que tanto da una declaración de guerra como el anuncio de que nos ha tocado la lotería.
Los abismos de Sánchez son muchos, pasados, presentes y futuribles. Desde su expulsión por el PSOE de la secretaría general allá por 2016, la constada mentira de casi todos y cada uno de sus compromisos acerca de pactos que no haría, impuestos que no subiría, etc. los inmensos reveses económicos de decrecimiento y paro, las frustradas y dramáticamente ridículas escenas de los encuentros, primero con Trump y seguidamente con Joe Biden, el abandono de cualquier planteamiento de interés y dignidad con el nuevo estatus de Gibraltar, a raíz del 'Brexit', los inmensos errores diplomáticos protagonizados por la Exministra Gaya -Gali, Marruecos, Argelia, Sáhara...-, y mucho más. Realmente es como vivir muy peligrosamente, dónde cada episodio acaba por olvidarse, no porque decaiga su gravedad o importancia, sino porque surge otra situación peor o del mismo calado inmediatamente después, tapando de alguna manera el inquietante hecho anterior.
Estos días también hace aguas la propia coalición de gobierno. La más que segura -aunque negada- nueva fórmula de cálculo para fijar la cuantía de las pensiones de jubilación parece ser otro foco de conflicto entre los socios PSOE y Podemos. En el rubricado documento de requisitos para recibir los fondos 'Next Generation' se incluye este nuevo sistema de aumento del cómputo de años para modular la prestación para los jubilados. Sin embargo, todo indica que los ministros podemitas esperarán para romper -que romperán-, a que la legislatura esté a algo menos de tres meses para su finalización por pura conveniencia electoral. Otra cosa sería si los conflictos, la inflación creciente, la mentira presupuestaria, una encuesta explosiva o alguna otra cuestión que surja haga estallar un gobierno cogido por alfileres y sustentado por todos aquellos que persiguen la ruptura constitucional y poner a España y al estado ante el abismo, el abismo de Sánchez.
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