Entre abrazos y empujones
Ana Barreales
Lunes, 30 de enero 2017, 08:55
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Ana Barreales
Lunes, 30 de enero 2017, 08:55
Ha sido anunciar el alcalde que no repetirá y surgirle voces críticas entre sus concejales al minuto siguiente. Algo inédito durante los 16 años que lleva al frente del Ayuntamiento, en los que no había nadie que le levantara los ojos. Ya de protestarle, ni hablamos. Y si le salía uno con criterio o con aspiraciones, pues, por circunstancias de la vida, acababa fuera del equipo de gobierno o marginado.
Si no, que les pregunten a Damián Caneda o a Bernardo Pinazo, dos fichajes estrella que se fueron aburridos. El primero y más reciente, que ya venía de vuelta como exdiputado, exsenador y exparlamentario, tras ver que su futuro era de eterno aspirante a portavoz y a delfín decidió que le urgía ser exconcejal y no acabó la legislatura: «Me voy porque ya no me veo aquí», dijo. Claro que antes había cometido el error de confesar que para él sería «un honor ser alcalde de Málaga», una frase que le trajo bastantes problemas.
Pinazo fue uno de los concejales más breves de la historia de Málaga, apenas cuatro meses duró. Entró en la lista de la mano de Joaquín Ramírez, entonces presidente provincial del PP, como la estrella de las elecciones de 2003, para ser el edil de Economía y Hacienda, pero acabó en Medio Ambiente, con el encargo de emplear sus conocimientos como juez para buscar una solución jurídica al conflicto con las empresas adjudicatarias de Limasa, precisamente. La cosa empezó mal y siguió peor: De la Torre desautorizó públicamente su informe y la relación entre ambos acabó en una rueda de prensa conjunta en la que se echaron en cara algún que otro trapo sucio, al más puro estilo Pimpinela.
Con el resto de su larga lista de ediles no se le recuerdan discrepancias públicas de nada. Si las tuvieron se las han guardado para ellos, qué casualidad, hasta ahora.
Puede que esa, al menos aparente, calma interna sea uno de los secretos de sus varias mayorías absolutas encadenadas, en las que quien se acababa desgastando era la oposición. Siendo además el alcalde que ha conseguido la gran transformación de Málaga no se merecería De la Torre salir por la puerta de atrás, cuestionado por los que hasta hace poco le doraban la píldora. Es verdad que decir adiós es difícil y cuanto más importante es el cargo que se desempeña más complicado resulta. Con lo tranquilo que se hubiera marchado sin desgastarse en esta última legislatura, que le está dando más problemas que cualquiera de las anteriores.
Claro que si creía que seguía teniendo un equipo piña después de anunciar que éste era su último mandato es que su confianza en la bondad humana es tan grande como su ingenuidad. Olvida lo que es el poder, o mejor dicho la pérdida de él, y que cuando llega la hora del relevo no se sabe sin son más fuertes los abrazos o los empujones.
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