Dolorosa reflexión
La vida democrática se mueve en unos principios generales básicos e indiscutibles
PEDRO LUIS GÓMEZ
Sábado, 27 de agosto 2016, 10:38
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PEDRO LUIS GÓMEZ
Sábado, 27 de agosto 2016, 10:38
La vida democrática se mueve en unos principios generales básicos e indiscutibles. La separación de los poderes, el respeto a sus normas generales y el acatamiento de sus reglas, que son las del juego acordado por todos, es un elemento innegociable e indiscutible, y en esto creo que hay que ser inflexibles porque si no entramos en un peligroso terreno, pantanoso y cargado de sorpresas negativas. Si comenzamos por permitir que un diputado rompa en público nuestra Constitución, se abuchee al jefe del Estado, se abronque y pite al himno nacional o se queme la bandera que nos representa a todos, podemos dar pie a que fuerzas políticas de un parlamento autonómico decidan de forma unilateral comenzar los trámites de la independencia y romper la unidad del Estado, por poner ejemplos recientes y asombrosos, y que serían impensables e imposibles en los países de nuestro entorno.
La convivencia solo se puede plantear desde el respeto y el acatamiento a las normas básicas de la misma, y en este plano entramos de lleno en lo que debe ser algo indiscutible: que cada poder fundamental en el funcionamiento de la democracia no invada a otro, porque ese solapamiento es también muy peligroso. Viene a cuento de la necesidad de que las actuaciones y sentencias judiciales tengan el respeto no solo en su cumplimiento, sino también en su fondo y en la forma. Sorprende, por tanto, la diatriba surgida con la posibilidad de que Otegi se quiera presentar como candidato a las elecciones vascas y el apoyo que ha conseguido quien fuese condenado en firme por colaborar con organizaciones terroristas por partidos como IU y Podemos, y más concretamente de Alberto Garzón y de Pablo Iglesias, porque aquí hay poco que discutir: su pena conllevaba una inhabilitación para cargo público hasta 2021, y que yo sepa aún no hemos llegado a esa fecha. Lo hermoso de la democracia es que unos y otros pueden hablar de tal posibilidad y hacerlo con libertad y si reparos, lo mismo que el afectado, el referido Arnaldo Otegi, puede acudir al amparo de instituciones, las mismas que no suele reconocer y ni siquiera respetar, para pedirles su amparo. O sea, que la democracia posibilita que Otegi intente presentarse a unas elecciones pese a su condena, pese a que no puede hacerlo. Esa es una gran ventaja que otros muchos, casi mil españolitos más, no tienen la suerte de disfrutar. Por ejemplo, Otegi intenta ser candidato, pero por ejemplo, José María Martín Carpena no puede aspirar a ello, porque unos desalmados terroristas, a los que nunca condenó Otegi e incluso protegió, acabaron con su vida delante de su esposa e hija cuando entraba en su garaje para coger su vehículo y asistir al Pregón de la Biznaga en un aciago día de julio.
De todo ello no hubiera sido malo que los ínclitos Garzón e Iglesias también hubieran reflexionado y opinado. Si lo hubiesen hecho, igual los que pensamos que la paz merece incluso la pena del sacrificio de las concesiones (aunque haya que taparse uno la nariz), habríamos escrito un artículo diferente. Pero no, se han quedado en lo fácil y demagógico, pero que no se olviden, Martín Carpena es quien, como tantos otros, nunca más pudo ser candidato...
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