EEl Unicaja, atrincherado en una defensa de zonas que parecía esperar más de los fallos ajenos que de sus propias virtudes, no tuvo ninguna opción de victoria ayer. Lo cierto es que el cuadro ruso consiguió 45 puntos desde la línea de triples, por solo 15 del Unicaja. Tanta diferencia, que tuvo su origen no solo en la calidad de los tiradores, sino también en la intensidad de ambas defensas, marcó definitivamente el partido.
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Comodidad
El Unicaja empezó el choque con defensas alternativas, que eran una zona después de meter canasta e individual cuando no terminaba el ataque con acierto. El cuadro local, por su parte, se mantenía siempre en defensa de hombre a hombre. Aunque el ataque ruso no empezó muy brillante, al final del primer cuarto ganaba el cuadro local por una diferencia cómoda, porque el Unicaja no anotaba con regularidad, ya que falló todos sus triples y, como tantas otras veces, carecía de juego interior.
Mejora
Lo más sorprendente en el comienzo del segundo cuarto era la presencia del joven Karahodzic, que hacía de cuatro abierto y arrancó con un esperanzador triple. Plaza mantuvo sus criterios defensivos, y las ventajas del cuadro local dependieron siempre de su acierto en el tiro exterior, ya que el ataque ruso consistió exclusivamente en tirar desde la línea de triples, frente a la zona, cada vez más constante. En ataque sí tuvo el Unicaja una evolución positiva en los segundos diez minutos, con un juego que giró en torno a un Thomas, capaz de distribuir bien el balón cuando la defensa rusa se cerró sobre él.
Sin oposición
Tras el descanso desapareció el factor Thomas, que volvió a estancarse en ataque. La defensa malagueña ya no tenía influencia en el partido, porque los locales seguían mejorando su acierto desde la línea de tres puntos. La zona malagueña no llegaba a esas posiciones alejadas desde las que Janning, Broekhoff y compañía anotaban con insistencia. Esa zona no tenía ya mucho sentido, aunque quizás Plaza la mantenía por la escasa importancia del resultado.
Feo final
El conjunto ruso ganaba por siete puntos cuando arrancó el último cuarto, y hasta ahí llegó el Unicaja, que en los diez últimos minutos volvió a ser el de los peores momentos de la temporada. No existió el más mínimo juego colectivo, fue incapaz de encontrar posiciones de tiro razonables y volvió a perder balones sin ton ni son. Como la defensa seguía sin molestar en absoluto a los locales, el parcial 19-5, por escandaloso que parezca, no bebe extrañar a nadie tras el rendimiento del equipo en una recta final del choque para olvidar.
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