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LA ROTONDA

Semana de Pasión

José Miguel Aguilar

Viernes, 25 de marzo 2016, 10:05

Ha sido como sentarse en calle Carretería y ver pasar en procesión todo tipo de hechos luctuosos en esta Semana Santa lúgubre y descorazonadora por muchos motivos, a la vez que gozosa y festiva para los cofrades que han podido cumplir con su devoción, entre la religiosidad y el acto personal de acompañar a una imagen, meter el hombro, portar una vela o desfilar como nazareno. Entre trono y trono, mirada al cielo para ver más de cerca esa Virgen de los ojos verdes, ese nuevo manto malva que cubre el alma o esa cara de amargura que encoge hasta los pensamientos, entre los que se mezclaba desazón, pena, desconcierto, pesadumbre, sentimiento, tormento.

El Lunes Santo amaneció con un titular en la portada de SUR que constreñía el espíritu, referente a puñaladas en un partido de fútbol, términos reñidos entre sí, celebrado en una barriada como El Palo, que lucha porque su nombre no se asocie a peleas barriobajeras culminadas en la UCI con un herido debatiéndose entre la vida y la muerte. Jamás el deporte debe recibir este gol en propia meta.

El Martes Santo nos despertamos con los atentados terroristas en el corazón de Europa, y el estremecimiento nos envolvió como a Bruselas, con imágenes de nuevo teñidas de luto en una sinrazón que no parece tener una pronta solución. Ese día, más que nunca, el Cristo de la Agonía, pese a cambiar de recorrido y perder parte de su esencia al no descender calle Granada, nos transmitía lo que la barbarie puede dar de sí.

El Miércoles Santo, al anochecer, Casares descubrió el lado más cruel del ser humano, como es el infanticidio, que resulta incomprensible. La muerte de un bebé en circunstancias lamentables siempre resulta desolador; hoy, además, sabemos que falleció de forma violenta. Había nacido, pero no le había dado tiempo ni a comprobar las injusticias que rodean a este mundo.

El Jueves Santo, con el traslado de Mena consumándose como una de las grandes maravillas de nuestra Semana Santa para el gran público, llegó la noticia del adiós de un mito, Johan Cruyff, un futbolista genial, un hombre que cambió el juego desde su concepto, una leyenda con ascendencia clave en el Barcelona de los últimos treinta años. En esta especie de bucle semanasantero, el fútbol se colaba por la escuadra con esa sensación de tristeza, y abría y cerraba el grifo de los sentimientos contrapuestos en esta Semana de Pasión.

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