QUE ACIERTE EL ÁRBITRO

A estas alturas de la temporada, con el Málaga lo suficientemente bien clasificado como para no pasar apuros (está a tres victorias de certificar la permanencia), me pongo la camiseta de aficionado de a pie, y, casi antes que la victoria del equipo blanquiazul, lo que le pediría al partido de hoy sería que no hubiera errores arbitrales. Privado de cuatro puntos en dos fallos de los jueces de línea en los dos últimos partidos, mi temor es que se cumpla el dicho de «no hay dos sin tres». Antes de seguir tengo que dejar claro por enésima vez que soy el primero que valora la labor de los árbitros y asistentes, ya que los partidos les deparan situaciones muy peliagudas. Pero también debo ser exigente con ellos, igual que critico a un jugador que comete un fallo clamoroso en el área pequeña o al que no lanza bien un saque de esquina. Y los dos errores frente al Real Madrid y la Real Sociedad fueron de los denominados 'garrafales'. El fuera de juego de Cristiano, en posición antirreglamentaria durante varios segundos, fue de libro, igual que el de Agirretxe el sábado. Contra la Real, para más inri, en un primer envío al área malaguista había tres jugadores en fuera de juego, infracción que se repitió en una segunda jugada. ¿En qué estaban pensando los asistentes, que solo están para eso? La pregunta no tiene respuesta. Ambas injusticias se habrían resuelto en caso de que los cerriles dirigentes del fútbol mundial abrieran sus mentes y permitieran recurrir a la tecnología para decidir en lances como los referidos. Comentando esto con un amigo, me respondió enseguida que se perdería mucho tiempo. No pude por menos que reírme, puesto que no hay otro deporte en que se desperdicien más minutos en tonterías que el fútbol.