Ala 'nevera', por reincidente. De la misma forma que los árbitros le muestran la tarjeta amarilla a un jugador que ha cometido varias faltas, los colegiados deberían ser sancionados cuando se equivocan reiteradamente con el mismo equipo. Es el caso del Málaga y Estrada Fernández, el nuevo Rubinos Pérez (¿recuerdan al exárbitro, que cada vez que dirigía un partido del equipo blanquiazul lo perjudicaba, o beneficiaba al rival, que es lo mismo). El 'trencilla' catalán no debería pitarle más al conjunto de La Rosaleda, o al menos no hacerlo durante una larga temporada. Una cosa es el derecho a equivocarse, que en esta columna siempre se les ha reconocido a los árbitros (¡faltaría más!), y otra fastidiar sistemáticamente a un equipo. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Publicidad

Y es que los árbitros españoles sufren una suerte de síndrome de Estocolmo con los grandes que no solo no es normal, sino que va en perjuicio del fútbol, del espectáculo y del más básico sentido de la justicia; en este caso, deportiva. La última jornada está plagada de sospechosos errores. De la misma forma que Estrada arrimó el ascua a la sardina del Sevilla en el Sánchez- Pizjuán, Undiano Mallenco se hizo el sueco en una patada de Cristiano a Nacho Cases sin balón por medio, así como en un penalti claro de Varane a Halilovic. En el Camp Nou, más de lo mismo: Mateu Lahoz expulsó al portero del Athletic, Iraizoz, por derribar a Luis Suárez, pero lo que no vio el árbitro valenciano es que el uruguayo le hace falta a Etxeita segundos antes.

Si los grandes tienen presupuestos y jugadores para vapulear al resto de equipos un partido sí y otro también, las ayudas arbitrales son un ácido aditamento para el adulterado escenario de la Liga de fútbol.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad