¿Por qué ser rector de la UMA?
Un proyecto realista, de un equipo experto para una universidad moderna, transparente y democrática
MIGUEL DE AGUILERA
Martes, 24 de noviembre 2015, 12:59
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MIGUEL DE AGUILERA
Martes, 24 de noviembre 2015, 12:59
Las elecciones del 26 de noviembre a rector de nuestra universidad son la posibilidad de transmitir a la comunidad universitaria un proyecto ilusionante. Un rector y todo su equipo debe estar limpio de toda sospecha y debe ser un ejemplo de eficacia al servicio de toda la comunidad. Debe perseguir, está obligado por su cargo, los valores de servicio público, transparencia, eficacia y operatividad en una universidad democrática, participativa, abierta y, aprovechando las palabras de don Francisco de Ayala que utilicé en el acto de presentación de mi candidatura, que englobe las tres grandes pasiones humanas: la pasión por la verdad, la pasión por la justicia y la pasión por la libertad.
Antes de explicar someramente nuestro proyecto, debemos interrogarnos por qué ser rector de la UMA. Pues para algún otro, aspirar a ello puede ser como una inercia en el cargo. Es el continuismo, la vieja política que hace que los cargos se conviertan en hereditarios. Pero no ése es mi caso.
A mí sólo me mueve una motivación de servicio público y creer que las cosas pueden, deben, ser mejores. Al final no es que un equipo se sume a mis propuestas, sino que yo me he sumado con un equipo que mezcla de una forma muy equilibrada una amplia experiencia y una juventud ilusionante. Un equipo en el que las palabras honestidad y transparencia no han perdido su significado. Y además creemos firmemente que cuantos más miembros de la comunidad universitaria tengan en su carrera profesional en algún momento una parte de gestión en la UMA, ésta será más libre y democrática. No hay nada mejor que la participación activa, la renovación y la incorporación de savia nueva. Y la manera de hacerlo es sin aspavientos, tal y como señalamos en nuestro eslogan, con un cambio tranquilo, como una normal renovación. No se trata de cambiar radicalmente las cosas de arriba abajo o de abajo arriba, sino que funcionen con el capital humano -cualificado y encantado de hacer su trabajo- del que disponemos.
Sabemos cuáles son las direcciones que no se deben seguir, y también sabemos cuáles son las respuestas que hay que dar a los desafíos y problemas que nos aquejan. Lo primero es reconocer que hay problemas para, después del diagnóstico, darles el tratamiento que merecen.
Nuestro programa se sostiene sobre cuatro pilares: la lucha contra la precariedad, la promoción de sus trabajadores, la búsqueda de una mayor profesionalidad y el servicio a todos los estudiantes. No creemos en la desigualdad como propugnan otros, ni en una organización de abajo arriba, sino en la igualdad en una estructura horizontal.
Debemos hacer una universidad ágil en la que la burocracia no sea una rémora y en la que cada trámite no sea un suplicio para PAS, PDI y estudiantes. Una Universidad moderna, creativa, innovadora y que apueste por sus trabajadores y estudiantes. Creemos en una universidad abierta al exterior, en la que nuestros alumnos, profesores y personal de administración y servicios se enriquezcan con experiencias de otras universidades nacionales e internacionales, con intercambios que sirvan para hacernos mejores profesionales.
Nuestro programa es un contrato, no solo un listado de propuestas. Durante muchos días hemos visitado los distintos centros y dependencias y hemos sido conscientes del enorme capital humano que tiene nuestra universidad. Hemos aprendido lo obvio: que nadie conoce lo que se necesita como todas y cada una de las personas que trabajan allí.
Nos hemos reunido con todos los sindicatos de la UMA, con todos los estudiantes con representación en el Consejo de Estudiantes (nosotros propusimos, ante las numerosas peticiones de medios de comunicación y sindicatos, que fueran ellos los que organizaran el debate entre candidatos que, por primera, vez se ha organizado en la Universidad de Málaga), con colegios profesionales, partidos políticos, empresarios, con profesores con dilatada carrera en la UMA, con asociaciones, hemos recorrido todos los centros y organismos de la UMA; sobre todo, nos hemos reunido en diferentes momentos con los trabajadores del PAS, del PDI y con los estudiantes. De todas esas reuniones ha salido nuestro programa, que ha sido, y lo sigue siendo, abierto. Por eso en nuestros folletos va impresa la frase: «Propuestas de/para la comunidad universitaria». En ellas nos hemos apoyado para nuestro programa y en ellas seguiremos apoyándonos cuando asumamos las tareas de gobierno, si contamos con vuestro apoyo.
Quiero que la comunidad universitaria reflexione sobre el pasado, presente y futuro de la UMA y la animo a que voten pensando en la utilidad de ese gesto renovador, no contaminado por el miedo, sino que con su voto den un mandato a un equipo cualificado para llevar a cabo las importantes tareas que conlleva el gobierno de la universidad. Pero quiero pedir también que su implicación en ese renovado empuje a la UMA no se limite a votar, sino que implique un compromiso colectivo de mejora continuada de nuestra Universidad.
Es un compromiso para hacer de la UMA una universidad en la que todos nos sintamos miembros de esta comunidad con orgullo. No se trata de que sea la mejor universidad del mundo, somos realistas, sino de que sea una buena universidad. De la que cuando los alumnos sean egresados puedan recordar con satisfacción que estudiaron aquí; de la que quienes trabajamos en ella, en la administración y servicios, como profesores e investigadores, recordemos al jubilarnos como un tiempo feliz cuando trabajamos en la UMA.
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