Todavía deben creer que los ciudadanos nos sentimos satisfechos al presenciar cómo se emplean a garrotazos en el Parlamento de Andalucía. De otra forma no se entiende que Susana Díaz, Juanma Moreno y compañía sigan empeñados en aplicar el 'y tú más' en el asunto de la corrupción, sin darse cuenta de que lo que el electorado quiere es ver entre rejas al que haya metido la mano en el cajón. Con este nivel de desempleo en Andalucía, más del 30 por ciento, y la alarmante falta de convergencia con España, lo que esta comunidad necesita es gestión, mucha gestión, y quizá menos política, o menos politiqueo. Pero ambos líderes lo hacen por esta tierra, como dicen ellos, utilizándola como coartada para justificar sus decisiones.
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Lo mismo ocurre a nivel local, cuando el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, justifica su sorprendente cambio de opinión sobre el trazado del metro en que «jamás se pueden tomar decisiones en contra los vecinos». Se olvida el alcalde que se ignora esa opinión cuando se abre en canal la Carretera de Cádiz para construir la línea 1 del suburbano, se instalan contenedores de basuras junto a la terraza de un bar o de una comunidad, se impone la zona azul en cualquier barrio o se construye una estación de bombeo junto al salón de una familia de El Palo que ahora la Justicia impone derribar. En todos esos casos se aduce el bien general frente a los intereses vecinales y sus quejas.
El alcalde se equivoca cuando utiliza a los vecinos como coartada, parapetándose detrás de ellos como aquel que tira la piedra y esconde la mano. De la Torre debería haber citado a la Junta de Andalucía y a las empresas concesionarias y plantearles lo que le rondaba la cabeza hace tiempo: que es mejor llevar el tranvía hasta el Parque Tecnológico que hasta el Hospital Civil. Hubiera sido más eficaz y también más leal con los compromisos adquiridos y firmados. Y quizá, incluso, habría podido convencerlos porque no es una idea descabellada, a pesar de que arroja dudas sobre el volumen de pasajeros.
Algo parecido ha ocurrido con el Málaga Valley. La oposición (Ciudadanos, PSOE, Izquierda Unida y Podemos) ha fulminado un proyecto en nombre de un inexistente clamor ciudadano. Basta hablar con empresarios del sector, los que de verdad saben de esto, para darse cuenta de que se considera un grave error eliminar el Málaga Valley y dilapidar diez años de trabajo y reuniones. La opinión más extendida es que el modelo del Málaga Valley necesita cambios profundos, pero que su continuidad es necesaria y positiva para el tejido emprendedor y tecnológico de Málaga. Este periódico fue muy crítico con la organización de las últimas reuniones, pero de la misma forma hay que ser críticos con los que, de momento, quieren cargarse esta idea con la coartada del interés ciudadano. O de su propio interés.
La corporación del Ayuntamiento de Málaga está perdida en una inexplicable espiral destructiva, con concejales que jalean el cierre de proyectos y organismos que apenas conocen o el despido con dudosos argumentos de empleados municipales, dando la sensación de que lo hacen por la excitación colectiva que les produce el hecho de cobrarse una pieza del equipo de gobierno.
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Todos ellos se exhiben como ese cazador que se fotografía henchido y ufano junto a su presa, sin percatarse no sólo de su ridículo, sino de la enorme distancia que les separa de los verdaderos intereses de los ciudadanos.
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