Y Javi Guerra, con ocho goles en el saco

Javi Guerra estaba frito por seguir en el Málaga, pero ahora juega en el Rayo Vallecano, y marca goles para el equipo madrileño, que es lo que sabe hacer. Lleva ocho en once partidos de Liga, tres más que todo el equipo blanquiazul. Alguien hizo mal su trabajo en La Rosaleda. Y lo malo es que sigue dentro. Esa persona o personas deberían estar más cuestionadas que los jugadores, a los que el público silbó en un gesto de desesperación, porque malaguismo sobra en el campo de Martiricos, a pesar de que no se llenara ayer. Es lo que tiene programar un derbi de este calibre a las diez de la noche, y encima darlo en abierto por televisión.

Las carencias del Málaga no se quedan solo en la sequía goleadora del equipo, definitivamente crónica (cinco tantos en 11 encuentros), sino en algo tan básico como centrar balones en condiciones hacia el área. Por muy buen rematador que se tenga, que no es el caso, difícilmente podrá marcar si no le llega un balón en condiciones. La excepción que confirma la regla fue el precioso centro de Juan Carlos hacia Charles a media altura y que este remató a la primera y con fuerza. Aunque la pelota le salió algo centrada, Adán tuvo que emplearse a fondo. También estuvo fino el portero bético en un tiro del propio Juan Carlos en la primera mitad. Tenía poco ángulo, y Duda se quedó esperando el cuero desmarcado en el punto de penalti.

De nuevo el luso dio más de arena que de cal en las faltas que lanzó. Sobre todo en la última, que era el cartucho definitivo para el Málaga. Con casi todo el equipo en el área, el capitán envió el balón a las manos de Adán, que agradeció el regalo. También fue un presente el balón que recibió Rubén Castro y que dio origen al gol. Un minuto antes, Tighadouini tuvo una ocasión clara en un buen pase al hueco de Duda, pero controló mal. Una pena...