En el fútbol se mueven tanto dinero e intereses que un mal resultado puede dar al traste con el futuro (al menos, inmediato) de un equipo. Por eso este humilde periodista no entiende cómo los dirigentes balompédicos no han puesto ya pies en pared para evitar que los errores arbitrales afecten a los marcadores de los partidos, a la justicia que debe imperar en el 'deporte rey'. (Hay que aclarar, por si alguien lo necesita, que los colegiados afrontan una tarea muy complicada al tener que decidir en décimas de segundo sobre lances difíciles de apreciar, incluso a cámara lenta y con los múltiples enfoques que nos ofrece la televisión). Amparándose en los elevados costes de los dispositivos tecnológicos y otras excusas entendibles por el carácter inmovilista de sus dirigentes, los organismos rectores del fútbol no se deciden a dar el salto de calidad que los equipare a otros deportes más avanzados. Los errores arbitrales han descendido de categoría a equipos, les han dado títulos inmerecidos a otros y han impedido que determinado conjunto avanzara en tal o cual competición. El Málaga ha sufrido esta temporada en dos ocasiones la anulación de un gol legal. No es asunto baladí. Sobre todo en una Liga tan competitiva como la española. En el primer partido, contra el Sevilla, el 0-0 final debió ser un 1-0 con gol de Charles. El brasileño se vio perjudicado también el sábado contra el Deportivo en una diana que se quedó sin premio. En el primer caso, el equipo blanquiazul habría sumado tres puntos en lugar de uno (sería decimotercero). En el segundo, el gol habría servido para apuntalar un triunfo merecido, además de aumentar la cuenta de Charles, que debería llevar cinco goles en lugar de tres.

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En el tenis se han evitado muchas injusticias y conflictos gracias a la tecnología. Hay que ponerse en manos de las cámaras. Por eso, pido: ¡Ojo de halcón en el fútbol, ya!

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