BENDITO PROBLEMA

Bendito problema. Estas dos palabras, que en lenguaje literario formarían un 'oxímoron' o dúo de términos contrapuestos que pretenden crear uno nuevo, se utilizan en el argot deportivo -y sobre todo, futbolístico- para denominar la situación en la que un entrenador tiene a jugadores de calidad de más donde elegir. Es el caso del seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque, al que le sobran buenos mimbres. A la Eurocopa de Francia, para la que se ha clasificado España como primera de grupo, debe llevar a 23 hombres el entrenador salmantino. Pero el elenco de futbolistas con garantías de renovar el título es muy superior a esa cifra. La almohada no le bastará como aliada al responsable del combinado tricampeón de Europa. Necesitará la opinión de sus asesores, principalmente de su ayudante, José Antonio Grande. Y le sobrarán llamaditas recomendándole a este o a aquel jugador. Del Bosque alineó contra Luxemburgo, un adversario débil, a su equipo de gala si exceptuamos algunas ausencias por lesión. Buscaba evitar sorpresas y clasificarse para tener un último partido tranquilo. Así fue, y contra Ucrania, que es más fuerte y se jugaba mucho, premió con la titularidad en Kiev a los que calentaron banquillo en Logroño. Corría el riesgo de una derrota el seleccionador, pero los suplentes dieron un recital. El malagueño Isco volvió a exhibir su gran técnica y visión de juego. Donde otros futbolistas no aprecian nada, el benalmadense ve una jugada de artista. Algo parecido le pasa a Thiago, pura creatividad. O al portero llamado a tomar el testigo de Casillas, De Gea, cuyos brazos se multiplicaron en mil y una estiradas a disparos de los ucranianos. Los tres viajarán a Francia, pero el rol que piden es esa titularidad que no tienen asegurada.