LA INCÓGNITA DEL CÉSPED

De la misma forma que el Málaga se ha convertido en los últimos años en el bálsamo de Fierabrás con el que muchos equipos en apuros se ungen para sanar las heridas que deja el balón (el último ejemplo lo tenemos en el duelo con el Getafe, que era último cuando recibió al equipo de Gracia), también ha sabido el conjunto de Martiricos salir con oportunismo de momentos de crisis. Llega el Villarreal a La Rosaleda en puesto de Champions para medirse a un rival que no solo no ha ganado un partido, sino que no ha marcado un solo gol. No me he cruzado con un solo aficionado o compañero de trabajo que no afronte el partido de hoy cargado de pesimismo, tal es la situación del equipo. A todos les digo lo mismo: «¿Qué son cuatro jornadas de un total de treinta y ocho? Hay que tener paciencia». El fútbol es tan veleidoso como bello y lo que hoy es fracaso mañana se convierte en éxito y viceversa.

El Málaga ofreció la peor de sus caras el pasado viernes, un día, por cierto, en que debería estar prohibido jugar al fútbol excepto que se tratara de un Mundial o una Eurocopa, torneos en los que tiene que haber partidos a diario para que no se prolonguen en exceso. Mi optimismo tiene una base casi científica, y es que es difícil jugar peor. Otro componente positivo del choque de esta noche es la entidad del rival. Mientras no se demuestre lo contrario, a este Málaga de Javi Gracia se le dan mejor los equipos de arriba, los que juegan al fútbol, los que no se encierran...

Por cierto, lo del césped es muy extraño. Cambiarlo cuando viene el Villarreal, que llega con un Samu Castillejo que corre que se las pela en sus zigzags por la banda, es de nota. Excepto que suceda lo que ocurre a veces, que la hierba recién plantada no esté asentada, y entonces...