Pocos saben, ni siquiera los naturales de aquel país, que las Filipinas se llaman así por mor de un malagueño, el hidalgo marinero Ruy López de Villalobos, nacido en 1500, y que fue quien bautizó como tal a las islas en honor de Felipe II de España, entonces Príncipe de Asturias.
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Ydigo pocos saben porque seguramente no serán muchos los vecinos de la calle que lleva su nombre, a la espaldas del Colegio Alfonso X, en el Camino de Antequera, los que hayan tenido la curiosidad de saber las cosas que hizo este aventurero, que no pudo colonizar las islas, pero sí las bautizó; ni siquiera tampoco las autoridades de aquel país, como se pudo comprobar hace unos días en los actos celebrados en Baler con motivo de la XIII edición del Día de la Amistad Hispano-Filipina, que se ha celebrado frente por frente a la misma iglesia donde se refugiaron los míticos soldados que hicieron frente a uno de los mayores asedios de la historia y que saltaron a la fama internacional gracias a la película Los últimos de Filipinas. Otro malagueño, muchos años después, es hoy por hoy el gran mecenas del Museo de Baler y, sin duda, la persona que más está luchando por mantener viva la llama y la raíz española en las Filipinas, es el ingeniero José Portillo Corpas, quien fue el organizador de las referidas jornadas y que en este viaje aportó más documentos y piezas históricas al mencionado museo.
Cuando Manuel Sarria se doctoró en Medicina en la Universidad de Granada, en Málaga había muy pocos especialistas digestivos, campo de la medicina en la que este prestigioso galeno malagueño destacó sobre manera durante más de medio siglo dedicado a la profesión que amaba y que fue su vida. El Hospital Civil vio recorrer sus pasillos a quien junto a los Allona, Rivas y compañía conformó una generación inolvidable para la Medicina malagueña. También desarrolló su actividad en el hoy desaparecido Hospital de la Cruz Roja, y posteriormente en Barbarela, amén de poseer una de las consultas privadas más concurridas y generosas del mundo, porque ManoloSarria, como lo conocía todo el mundo, decía que la Medicina no tiene precio, y a fe que a quien no podía nunca le cerró las puertas. También ejerció la docencia en la Cátedra de Patología Médica de la Facultad de Medicina de Málaga, y sus trabajos cintíficos avalan la que fue una carrera profesional de envergadura. Junto a la Medicina, sun gran pasión fue el mundo del coleccionismo lo coleccionaba todo, sellos, monedas, billetes, postales... Malagueño y malaguista, en vida fue un católico de los que predican con la fe, pero también con el ejemplo, y colaboró de forma activa en la iglesia de San Miguel de Miramar, la misma que haceb unops días en su funeral registró un llenó absoluto de familiares, amigos, conocidos y pacientes de quien fue una maravillosa persona y un gran médico digestivo, que desde el 25 de junio presume de malagueño y ejerce su profesión en los cofines infinitos.
A las jornadas asistieron los embajadores en Filipinas de España, México, Panamá, Chile y Vietnam, así como el ministro consejero de Malasia, el subsecretario de Industria y Comercio de Filipinas, y como anfitrión de este año, el senador Juan Edgardo Angara.
El senador Angara quedó maravillado al contemplar el lienzo-plano de Juan De La Cosa, (donado por el Estado Mayor de la Defensa), y con el lienzo-retrato del malagueño Ruy López de Villalobos, (donado por el Foro Para la Paz en el Mediterráneo de Málaga), dado que sabía que fue el ilustre marino quien otorgó a su país su nombre de pila.
Fue tan enorme su sorpresa que el mismo senador no tuvo reparos en fotografiar con su propio teléfono móvil el mencionado retrato, y eso que llevaba consigo su fotógrafo personal, quien no dejaba de capturar permanentemente cualquier instantánea de los actos celebrados en el Museo de Baler.
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Pero no acaba aquí el asunto, poco después, el senador filipino quedó de nuevo impresionado cuando contempló unos murales donados por José Antonio Portillo donde se podían ver imágenes de la película de Los últimos de Filipinas, y la letra de la canción de Yo te diré, escrita por otro malagueño, el periodista y dramaturgo Enrique Llovet Sánchez, también autor del guión del referido filme.
José Antonio Portillo no cabía en sí de gozo, sin duda, y así lo declaró a SUR: «No podrán jamás imaginarse lo que sentí, como español y como malagueño, a 11.000 kilómetros de distancia de España, mientras observaba al senador emocionado cantando la melodía, ya que me pareció entender que era la primera vez que veía escrita su letra».
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Y es que la canción Yo te diré, cantada por mitos como Antonio Machín, Clara Montes y otros grandes artistas del siglo XX es famosa en el mundo entero, pero pocos saben que su autor fue un malagueño, paisano de quien bautizó a las Filipinas, Ruy López, el que tiene una calle en el Camino de Antequera. Y se nos va otra semana como aquel que no quiere la cosa, y terminamos como siempre deseando salud para todos y que disfruten de la vida, y con su permiso que yo lo vea. Por cierto, hoy sale en Málaga la Virgen del Carmen: loor y gloria a la Patrona del mar.
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