HAYA PAZ

Que el Málaga está haciendo algunas cosas mal es evidente. La interminable sangría a modo de salida continua de jugadores es una lacra en un club que hace solo dos años se codeaba con los mejores equipos de Europa en un memorable periplo por la Liga de Campeones. Ya solo quedan cinco -Kameni, Weligton, Camacho, Recio y Duda- de los 28 jugadores que formaron la plantilla de la gloria, que ya en esa campaña 2012-2013 empezó a perder efectivos de enjundia, como Monreal, que se fue al Arsenal en el mercado de invierno. Lejos de batirse en retirada, la afición dio una lección de fidelidad y ha mantenido la fuerza de la 'marea blanquiazul'. Pero todo tiene un límite. La gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los seguidores malaguistas ha sido la salida en bloque de tres estandartes de un equipo que de forma tan notable ha mantenido este año la categoría. La marcha de Juanmi, Samu Castillejo y Samu ha sido dolorosa, y así lo ha manifestado la parroquia del equipo de La Rosaleda. En el fondo lleva razón; otra cosa son las formas. Una pancarta a las puertas del campo de Martiricos, sí; una pintada en las paredes del estadio o borrar con pintura roja el nombre de Al-Thani en el cartel de su glorieta, no.

Tengamos la fiesta en paz. Y esta petición va dirigida no solo a los aficionados, sino también a Nayef Al-Thani, hijo del jeque y consejero del club. Su amenaza contra quienes intenten insultar a su familia, por mucho que la matizara ayer, no hizo sino echar leña a un fuego que apenas necesita una leve mecha para hacer de las suyas. El club acertó al explicarse ante representantes de las peñas. El refrán dice que cuando uno no quiere, dos no riñen. Hay que ir más allá y pedir que nadie quiera.