Puestos a elegir, habría preferido que el Málaga le hubiese ganado al Elche y hubiera perdido contra el Almería, por aquello del 'corporativismo' andaluz. Con el descenso del Córdoba confirmado, tanto el rival mediterráneo como el Granada necesitan los puntos como el comer para intentar salvarse. Pero el fútbol es tan distinto al resto de trabajos que ni los propios protagonistas tienen la última palabra sobre el desenlace de sus tareas. Cuenta mucho la suerte y lo que hagan los invitados de turno; es decir, los adversarios. Por eso el fútbol no solo es diferente, sino que es un espectáculo único.

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El equipo entrenado por Gracia recuperó la séptima plaza cuando más acuciado se veía por el empuje de los rivales. Rompió la racha de ocho jornadas sin ganar con una victoria fuera de casa. Al filo de lo imposible. Mató el Málaga dos pájaros de un tiro, ya que volvió a ese séptimo puesto que tanto tilín le hace, y de camino le arrebató al Almería la moneda que este se apropió en La Rosaleda en la primera vuelta.

El honor de marcar el gol de la victoria le cupo a Javi Guerra, un ariete de los que apenas quedan. Y no porque sea mejor que otros, sino porque la figura del delantero centro puro está en peligro de extinción. El veleño es lo que se llama un 'hombre de área'. Es listo en la 'zona caliente' del campo, se anticipa e intimida a los rivales, y remata con las dos piernas, además de ir bien de cabeza. Gracia ha dicho que es un futbolista «difícil de suplir y de encontrar en el mercado». El Málaga, que ya lo tiene, debería intentar quedarse con él. La lesión le ha impedido jugar todo lo que hubiera querido. Javi Guerra tiene una deuda pendiente con el equipo de su tierra, y este, con él.

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