Mediada la segunda parte, Gracia, que suele ver los partidos de pie, se refugió en el banquillo. ¿Bajó los brazos el entrenador malaguista, en vistas de que el equipo blanquiazul no daba una a derechas? Porque no creo que un pamplonés como él se dejara intimidad por el chirimiri que cayó en Málaga, algo habitual siempre que viene un equipo del Norte (este es un asunto para tratar otro día). El caso es que el técnico navarro ocupó su asiento en lugar de dar instrucciones a pie de campo, como suele hacer y como correspondía en un partido que se le había complicado al conjunto de La Rosaleda. El detalle es sintomático.

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El Málaga estuvo espeso, lento, sin ideas, previsible y falto de remate. De los cinco tiros enviados entres los tres palos por las huestes de Javi Gracia, cuatro se produjeron en el último cuarto de hora y estuvieron a cargo de Horta y Javi Guerra, que entraron al final del encuentro. Antes, solo Amrabat había atinado con la meta rival, y nada menos que con un golazo a tiro raso que sorprendió a Fabricio.

Encadenó el Málaga su sexto partido sin ganar, algo que tiene dos lecturas: que el equipo se está quedando sin fuelle, y que la mayoría de los rivales se están jugando mucho y no dan su brazo a torcer. Esta segunda tesis no debe servir como excusa, porque tanto Javi Gracia como los jugadores han declarado repetidamente que hay que se ambiciosos y buscar la sexta plaza. Este objetivo está cada vez más lejos.

El equipo blanquiazul ha bajado su porcentaje de acopio de puntos respecto a la primera vuelta. En ese tramo de la temporada igualó el récord histórico al lograr 31 en 19 partidos. Desde entonces, lleva 16 en 14 encuentros. Solo si ganara los cinco duelos que le quedan igualaría ese registro, lo cual se antoja difícil dada la dinámica del equipo blanquiazul en los últimos compromisos. Hay que recordar que el equipo blanquiazul lleva seis partidos sin conocer la victoria.

El Málaga, que incurrió en cuatro fueras de juego en los primeros 17 minutos, estuvo tan gris como el día. Solo Boka tiñó de alegría el juego de su equipo. El lateral fue el único que propuso algo diferente al típico pase horizontal o el pelotazo largo a tierra de nadie, lances que se repitieron más de la cuenta. El zaguero marfileño obsequió al respetable con una amplia suerte de taconazos, cambios de ritmo, túneles y virguerías varias, que alcanzaron su culmen con el bello zigzagueo que realizó entre tres rivales en la segunda mitad para regocijo de los espectadores, y especialmente para los de Tribuna, tendido junto al que se produjo la jugada. Se ha asentado el jugador africano en la banda izquierda, lo que le otorga la confianza suficiente para intentar cosas diferentes, motivado quizás por su compañero de correrías por esa banda, Samu Castillejo, amante también del juego exquisito por mucho que ayer no estuviera fino.

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La sonora ovación que se llevó Boka de unos seguidores levantados de sus asientos contrasta con los pitidos que se escucharon en las gradas en las postrimerías del partido. Por mucho que el fútbol mantenga entre sus normas aquella de que el público siempre tiene razón, no merece este Málaga ese pago por parte de sus aficionados. Cierto es que el juego fue bastante malo, y que la desafortunada actuación de las huestes blanquiazules se produjo frente a un adversario muy inferior en teoría. Pero la parroquia de La Rosaleda no debería perder de vista la temporada que está realizando el equipo. La séptima plaza corre peligro, y para conservarla el Málaga necesita más que nunca a su gente.

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