Logró ayer el Málaga un triunfo de equipo grande. Se vio tan superior que le bastó simplemente con cumplir para adjudicarse otra victoria más en una temporada que camina por unos derroteros que nadie esperaba cuando comenzaron los partidos en agosto. El equipo entrenado por Javi Gracia se vio tan superior que regaló la primera parte, en la que mostró un juego ramplón, sin chispa, con algunas jugadas preciosistas, pero sin apenas mordiente. La salida en tromba en la segunda mitad le permitió enseñarle los dientes a un rival que no está para muchos trotes.
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Confió Gracia en los que fracasaron en Granada con el único cambio de Boka por Torres, pero lejos de ponerse las pilas desde el principio para borrar la mala imagen ofrecida ante el equipo entrenado por Abel, los jugadores blanquiazules se mostraron lentos, premiosos y con escasa fluidez en su juego. Muy previsible, el equipo local no supo imponer su mayor calidad frente a un rival que ocupa la última posición en la tabla, con solo 18 puntos en 26 jornadas. En el primer acto del partido, al Málaga le faltó imprimirle una velocidad más a su juego, brillante en ocasiones, lento siempre. Se veían tan superiores los futbolistas entrenados por Gracia que dejaron pasar los minutos sin hacerle daño a un Córdoba que cumplía con su cometido de no encajar un gol para esperar hacer uno en algún lance aislado. Y pudieron lograrlo los visitantes en un contragolpe al filo de la media hora de juego, cuando Bebé le dio el balón a Ghilas, que esperaba solo en el punto de penalti. Cuando parecía que el Córdoba inauguraría el marcador, apareció Kameni, que se tiró a los pies del argelino y envió el balón a córner. Tardó en decidirse el portero camerunés, pero como su salida con los pies por delante le bastó para desbaratar la jugada, no se le puede reprochar nada.
Le concedió el Málaga otra clara oportunidad al equipo cordobés, que pudo empatar pasado el cuarto de hora de la segunda mitad, cuando Khrin disparó solo dentro del área y confiado en que marcaría. No contó el esloveno con la aparición de Weligton como por arte de magia. Salvó un gol el brasileño bajo palos en un lance con el que redondeó una actuación para enmarcar. El veterano central es el buque insignia de un equipo en el que despuntan varios jugadores. Perfecto al corte, intimidador frente a los rivales y jefe de una línea defensiva que arriesgó en ocasiones con sus alegres subidas al ataque, el zaguero zurdo impartió una excelsa lección de jerarquía, una actuación para enmarcar y guardarla en las videotecas, pero no para que se quede archivada, sino para que la vean los futbolistas de la cantera sin dilación. Los jóvenes que quieran llegar lejos en el mundo del balompié deben aprender de las tablas y el saber estar de Weligton, un jugador que está haciendo historia en el equipo. En el Málaga ha vivido sus mejores años el sudamericano. Algunas de esas temporadas han coincido también con las campañas más gloriosas de los anales blanquiazules, con lo que tiene garantizado un puesto entre los mejores jugadores malaguistas de siempre.
Se mantiene el equipo de Gracia en cifras de récord de puntos con esos 44 que alcanzó ayer. Pero más que buscar esto, ahora quizás debería recuperar el Málaga un juego más vertical y menos previsible del que exhibió ante el Córdoba. Le bastó así ayer por la entidad del rival, último de la tabla, pero frente a adversarios de más enjundia pasará algunos apuros.
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