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Maldición y algo más

Maldición y algo más

Juan Antonio Morgado

Domingo, 8 de marzo 2015, 01:32

Salió de nuevo el Málaga en socorro del necesitado. Parafraseando la obra Manolito Gafotas, científicos de todo el mundo estudian el fenómeno por el cual el equipo blanquiazul suele perder la mayoría de los partidos que lo enfrentan a rivales que atraviesan por una precaria situación. Pero nadie encuentra explicación a esta tradición que se repite periódicamente. Ayer le tocó el turno al Granada, que estaba (y está) con el agua al cuello y que se tomó un respiro a costa de un conjunto malagueño que ofreció su peor cara. El cuadro local se encontró con una victoria que nunca le discutió un adversario anodino y desacertado en los escasos remates que pudo enganchar.

Se mantiene la maldición de Los Cármenes, campo en el que nunca ha ganado el Málaga. Y eso que en las cuatro últimas temporadas llegaron los blanquiazules al campo del vecino en mejor situación que el rival, tanto en la clasificación como en las prestaciones que se podía esperar de ambos conjuntos. De nada han servido ambos detalles, porque el Granada cuenta por victorias los enfrentamientos contra los malaguistas desde que volvió a Primera después de casi tres décadas en Segunda y Segunda B.

Las huestes entrenadas por Javi Gracia no salieron ayer goleadas del feudo granadino porque en su portería había un jugador que esta temporada está demostrando con creces su valía. Fue un portentoso guardián de su meta el camerunés, que al filo de la media hora desvió a córner con ambos puños un zurdazo de Javi Márquez. Este mismo jugador vio cercenada su intención de marcar de nuevo por otra prodigiosa intervención del guardameta malaguista. Entre ambas acciones, el cancerbero africano realizó su mejor intervención, con un escorzo cerca del poste izquierdo a tiro de Robert que se envenenó tras tocar en Torres. Con lo que no contaba Kameni era con la desgracia de que un hombre de su equipo fuera el que lo batiera. El desafortunado fue Camacho, que ocupaba un lugar en el centro de la zaga en una larga jugada con fallos encadenados de que solo podían derivar en una clara ocasión o en un gol.

El Málaga careció de la intensidad necesaria para plantarle cara a un rival muy necesitado de puntos que presionó más y que se volcó desde el principio con mil y una llegadas al área adversaria. Pero eso no le puede servir de excusa a un Málaga inferior todo el tiempo, porque una prueba clara de que el conjunto local no está para tirar cohetes y que podía haber sido presa fácil del conjunto de Gracia, es que el gol tuvo que ser en propia meta.

De la misma forma que es digna de estudio la periódica conversión del equipo blanquiazul en una ONG, también le resulta inexplicable a este humilde periodista la manía de los futbolistas actuales de desarrollar su juego por donde más tráfico de rivales hay. Este fue de nuevo uno de los defectos del Málaga, que en 2015 no termina de ofrecer la cara de los mejores partidos del año anterior en esta misma Liga.

Por cierto, contra la maldición del campo de la ciudad de La Alhambra quizás no se pueda luchar si tenemos en cuenta la famosa Ley de Murphy, pero en el detalle que el Málaga podía haber puesto de su parte fue en la elección de la camiseta. El equipo de La Rosaleda salió de amarillo, equipación con la que solo ha ganado un partido esta temporada. Servidor no era supersticioso hasta que vio darse en el deporte circunstancias como estas. Si de amarillo no ganas, pues eso...

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