Irse a Madrid

Guardo junto a mis mejores jugadas en el patio del colegio y la sonrisa de Leonor Watling en un bar el recuerdo de aquellas excursiones organizadas por diferentes instituciones de la provincia y de la región para dar cuenta de sus aventuras en Arco. También recuerdo con la incomodidad de mis primeras corbatas la cara que me pusieron cuando pregunté por qué un museo de Málaga compraba a una galería de Málaga una obra de una artista de Málaga. en Arco. Los implicados me miraron en silencio durante unos segundos, como esperando a que me brotara del pecho un rótulo con mi pregunta subtitulada en su idioma. No sucedió tal cosa y la operación se cerró por un precio que me pareció digno de estudio y de más preguntas. En este tiempo la feria se ha quedado sin muchas vanidades, pero parece que mantiene intacta su capacidad de seducción, sobre todo en provincias. Ese deseo de irse a Madrid, aunque sea ir y venir en el día.

'Irse a Madrid' se titula un libro de artículos de Manuel Jabois. Juntar letras en periódicos y compartir fecha de nacimiento con Jabois debe de parecerse bastante a ganarse la vida dándole patadas a un balón siendo de la misma quinta que Isco. Serán ellos quienes den nombre a tu generación, por talento y por puro poder de fascinación. Todavía recuerdo cómo las chicas guardaban cola nerviosa para saludarle, cómo le pedían a Ignacio Camacho y a David Gistau que les hicieran fotos con Jabois. Así que alguien que escribe en periódicos puede convertirse en algo parecido a una estrella de rock. Yo he visto cosas que no creeríais en un congreso sobre articulismo organizado por la Fundación Manuel Alcántara.

Así que esta semana han tomado el título de Jabois y se han (nos hemos) ido a Madrid, a la presentación del Centro Pompidou Málaga en la jornada inaugural de Arco. Más allá de la farándula cultureta, el asunto tuvo su enjundia, mantuvo alto el listón institucional, con la presencia del embajador francés y del director general del Pompidou parisino y ofreció lustrosas novedades, como los detalles sobre las primeras exposiciones temporales de la sucursal malagueña (sobre Joan Miró y la danza) o la reiterada intención de la nave nodriza para que la filial española vaya más allá de la asepsia franquiciada.

Y sin embargo, la cita recordó un poco a aquellas compras de instituciones locales a artistas locales en galerías locales. pero en Arco. Más allá de la representación de directores y gestores, de galeristas y artistas de por aquí, apenas se vieron responsables de instituciones artísticas del resto del país, con la salvedad hecha del director de Arco, Carlos Urroz, cuidado anfitrión en un encuentro que este año ha cerrado las puertas a las tres galerías malagueñas presentadas al proceso de selección: JM. Isabel Hurley y Yusto/Giner. Y no se trata de caminar por Ifema con la mirada por encima del hombro y la boina calada hasta las cejas, pero un somero paseo por los pabellones de Arco basta para comprobar que ninguna de ellas habría desentonado en el discurso general de la feria. Más bien todo lo contrario.

Presenta el Ayuntamiento el Pompidou en Arco y deja a sus socios de París y San Petersburgo la confirmación de las fechas de sus respectivas inauguraciones (el 25 de marzo para los rusos y el 28 para los franceses). La Junta Electoral no permite estos anuncios, no vaya a ser que alguien piense que la decisión de abrir estos nuevos equipamientos justo esos días previos a los comicios locales tiene un afán electoralista, así que han echado mano de esta fórmula un tanto sui géneris de comunicados en cirílico y tuits de madrugada para que las fechas vayan calando en la agenda previa a las procesiones. Aquí no hay más cera que la que arde en sus cábalas.

Como arden las plantas de los pies después una jornada en Arco, como resuenan en el tren de vuelta, mientras apuras la crónica en el vagón, los versos de Manuel Machado cantados por Los Evangelistas: «Yo, poeta decadente / español del siglo XX / que los toros he elogiado / las golfas y el aguardiente / y la noche de Madrid...».