Pasada la euforia de un triunfo histórico del Málaga en el Camp Nou, no debe quedar en saco roto el comportamiento de algunos jugadores del Barcelona en el partido. La imagen de Jordi Alba pateando repetidamente a Juanpi con este caído en el césped no ha pasado a mayores porque el equipo perjudicado se hizo con la victoria. Pero haber consentido esa acción tan antideportiva sin que conllevara una expulsión tiene que permanecer en el debe del árbitro, Martínez Munuera. El colegiado alicantino se mostró demasiado permisivo con la dureza puntual de algunos de los futbolistas azulgrana. Además del mencionado lateral izquierdo, Neymar mereció ser expulsado. Una patada por detrás del brasileño a Sergi Darder no fue sancionada con la tarjeta amarilla correspondiente. Tampoco consideró oportuno el juez de la contienda amonestar al delantero sudamericano cuando fingió una caída. Neymar vio por fin la cartulina en el minuto 87, cuando debería haber sido expulsado seis minutos antes.

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Estropeó al final Martínez Munuera en el aspecto disciplinario una buena labor en el apartado técnico. Sus asistentes no se dejaron amedrentar por la presión de los casi 80.000 aficionados que había en el campo y le señalaron hasta siete fueras de juego al Barcelona, algo poco habitual, ya que los grandes suelen verse beneficiados en este tipo de acciones, sobre todo las dudosas. Pero en las protestas por estas infracciones, tanto el árbitro como sus jueces de línea se hicieron los locos ante los reiteradas insultos de los jugadores locales, sobre todo Luis Suárez, Piqué y Jordi Alba.

El Málaga, que solo cometió once faltas en 94 minutos, dio también una lección de elegancia fuera del campo, al no mencionar sus jugadores el antideportivo comportamiento de Jordi Alba. Hay que hablar en el campo, y en él sentó cátedra el equipo blanquiazul.

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