La vuelta de Weligton fue la mejor noticia de un partido malo entre dos equipos que se respetaron en exceso y que jugaron pensando en la vuelta del próximo jueves en San Mamés. El Málaga no logró hacerse con la victoria, pero sí mantuvo su portería a cero, detalle importante en la Copa del Rey, porque en caso de adelantarse en el marcador en el duelo del día 29 el rival se vería obligado a marcar dos goles, y así sucesivamente.
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Decisivo en la tarea de mantener la portería a cero fue el central brasileño, que reapareció con carácter de urgencia tras su lesión para imponer su ley en el área, donde se cuecen los partidos. Weligton marcó territorio desde que el árbitro pitó el comienzo del partido. Hizo de 'stopper', de líbero y estuvo rápido y listo en las coberturas a ambos costados de la zaga, que lo echaba de menos. Al comienzo del encuentro 'viajó' en un par de ocasiones incluso hasta el lado opuesto de la línea defensiva para desfacer un par de entuertos provocados por esos malentendidos que se suelen dar entre Rosales y Angeleri. Salió al quite el central zurdo en las pocas ocasiones de peligro que creó el equipo vasco, e incluso pudo cometer un penalti en el descuento cuando salió con todo el cuerpo por delante y el balón le dio en el brazo, pero lo tenía pegado al cuerpo. Hasta en esos lances es listo como el hambre el veterano capitán que los manda. El balón se fue a córner y a otra cosa, mariposa.
El partido fue bastante malo, con un Athletic en horas bajas y un Málaga empeñado en querer triangular con sus jugadores pegados a las bandas en lugar de dar fluidez al juego saliendo de las catacumbas del campo. El único que intentó jugar con sentido fue Recio, pero su empeño en ser fiel a la idiosincrasia malaguista no resultó suficiente. Con la mayoría de compañeros obcecados en un fútbol feo y enrevesado, la buena intención del centrocampista malagueño cayó en saco roto.
El equipo entrenado por Javi Gracia homenajeó de nuevo a Santa Cruz con unos centros medidos a una altura idónea para el paraguayo, pero el ariete ya no está desgraciadamente en las filas blanquiazules, por lo que esos preciosos y precisos envíos al punto de penalti se quedaron sin rematador. Por cierto, el Málaga se fue a los vestuarios a la hora de las brujas sin tirar entre los tres palos, cuando la gélida noche invitaba a poner a prueba al portero rival, que no entró en calor en todo el partido. Así es difícil marcar. En San Mamés habrá que intentarlo para sentenciar la 'revancha del 73'.
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