El otro día compré en Francia el Charlie Hebdo. La portada era para Hollande y su perro, que se estaba cepillando al presidente. En una ventana se anunciaba el especial La verdadera historia del Niño Jesús, donde se veía a la Virgen con las piernas abiertas (claro) pariendo al Mesías. Dentro del semanario, el Papa, con un cuchillo entre los dientes, animaba a los «Papas del todo el mundo» a unirse en su lucha contra la curia. Otra viñeta anunciaba «las buenas resoluciones del Estado Islámico para 2015». Entre ellas, «decapitaciones más humanas». Un fanático con turbante subido en un taburete daba a la manivela de un pasapurés colocado en la cabeza del reo. Dibujar a la Virgen despatarrada es una conquista, aunque haya a quien moleste. El derecho a la blasfemia es fundamental en la viñeta del Señor. «Alá es la polla», tituló ayer El mundo today. También lo son los dibujantes muertos por nuestra civilización. Me voy a suscribir.

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