El que tuvo, retuvo

El que tuvo, retuvo. En este caso, habría que utilizar el famoso dicho en plural, porque Monreal y Álvarez dejaron boquiabiertos a los aficionados que a las cinco de la tarde de ayer paseaban por la amplia acera de la fachada de La Rosaleda. Armados de un balón oficial de la actual Liga, tocaron y tocaron de cabeza sin que el cuero cayera al suelo. Benítez, que fue compañero de equipo de ambos en los años gloriosos del Málaga de los setenta, prefirió ejercer de entrenador y supervisar lo que hacían el lateral y el extremo. Se lo comenté al atacante: «El físico va mermando, pero el toque no se pierde, ¿verdad?», y Álvarez asintió: «Claro». No habría hecho falta que lo confirmara, porque lo acababa de demostrar. Reunió este periódico a las tres viejas glorias blanquiazules con motivo del Córdoba-Málaga del próximo sábado, un antiguo derbi que lleva 43 años sin disputarse en Primera. De no ser porque querían ver el partido de los sub-21, Benítez, Monreal y Álvarez habrían estado horas contándole anécdotas a mi compañero Pedro Luis Alonso, que no había nacido cuando se disputó el último duelo en Primera entre el equipo blanquiverde y el blanquiazul. El autor de estas líneas sí estaba ya en este mundo; por eso conserva el álbum de cromos de esa temporada 1971-72. El fútbol lo jugaban once hombres por equipo que intentaban introducir un cuerpo esférico en la portería rival. Si me lo permite el lector, esa es la única similitud con la forma actual de practicar el balompié a alto nivel. A riesgo de que se me tache de nostálgico, viendo a los exmalaguistas tocar el cuero (ahora ya no es ese el material con el que se fabrican los balones) no pude evitar que se me erizara el vello.