Remontó el Málaga un partido increíble desde el principio, pues no en vano el Granada, rival que había salido goleado las tres últimas temporadas, marcó antes de que se cumpliera el primer minuto de juego, más concretamente a los 43 segundos.

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No se recuperó el Málaga de ese mazazo casi hasta que consiguiera el empate, por mucho que el asedio al que sometió al Granada fuera continuo desde mediada la primera parte. El dato que ratifica ese dominio infructuoso es el que habla de dieciséis llegadas del equipo blanquiazul al área del adversario, por solo dos de este; una de ellas, el gol.

El tanto de El Arabi me dio mala espina, porque fue en un fallo defensivo colectivo. Si el Málaga erraba en su línea más fuerte, la que lo mantenía con seis puntos a pesar de la escasa capacidad goleadora de este comienzo de temporada, pues apaga y vámonos. No tardará Javi Gracia en ponerles el vídeo de ese gol tan tempranero. Fue una concatenación de errores que no deben repetirse más esta temporada; de lo contrario, el Málaga tendrá muy complicado imponerse en partidos tan a cara de perro como el de ayer. El Granada entró con suma facilidad por su banda derecha. Rochina trazó una diagonal en la que se benefició de una ubicación de Sergio Sánchez y Angeleri, que llegaron a estorbarse. El colmo de los diversos errores llegó de las manos de Kameni, que no solo no atrapó un balón que no ofrecía excesiva complicación, sino que lo rechazó hacia adelante, algo que el abecé del fútbol desaconseja. El Arabi aceptó el regalo y puso a su equipo por delante cuando muchos espectadores no habían llegado todavía a sus asientos.

A propósito del error del portero camerunés, que hasta ayer había tenido una trayectoria casi inmaculada esta temporada, hay que decir que es una costumbre generalizada en este siglo que los guardametas no atrapen el cuero, sino que lo rechacen de mil y una formas. Es cierto que los balones de ahora no son como los de antes, sino más livianos (no por menos peso, sino por los materiales con los que están confeccionados) y a veces ven modificada su trayectoria en el aire, pero lo menos que se le puede pedir a los cancerberos es que se hagan con los balones que les llegan a ras de césped.

La victoria de ayer tiene el mérito de llegar en un día con multitud de circunstancias adversas para las huestes de Gracia. Al hecho de encajar un gol en el primer minuto se unió la expulsión de Angeleri a falta de 18 minutos para el final, que con el descuento fueron 23 y medio. A esas alturas el Málaga ya había logrado el gol del empate. El equipo blanquiazul volvió a sufrir una expulsión, en esta ocasión merecida, pero de nuevo supo sobreponerse a jugar con un hombre menos, como ya hizo en la victoria ante el Athletic y la pasada campaña frente al Celta y el Osasuna.

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De nuevo sufrió ayer el Málaga un arbitraje extraño frente a un rival que mostró el 'sello Caparrós' en algunas acciones duras, no en vano vio cuatro tarjetas. Al filo de la primera media hora, el Granada había cometido cuatro faltas y llevaba tres amonestaciones, lo que da idea del alcance de las acciones de sus jugadores. No me gustó Velasco Carballo, que no tiene suerte en sus partidos en La Rosaleda. Una de las múltiples decisiones que no me gustaron fue nimia, pero reveladora: en el minuto 42, Rochina le hizo un plantillazo a Antunes, que pretendía centrar. Ni corto ni perezoso, el árbitro pitó falta del luso, que atacaba en esa jugada. ¿Por qué se ha perdido el libre indirecto dentro del área?

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