Hongo pertinaz

E l 23 de agosto comenzó el Málaga la Liga en casa en duelo contra el Athletic. En el descanso de ese partido, un numeroso grupo de operarios se afanaba en adecentar el césped, levantado en muchos sitios tras el azote de cuarenta y cuatro pies trotando durante cuarenta y cinco minutos. En circunstancias normales, la alfombra no tiene por qué levantarse, porque está concebida para eso, para ser pisoteada sin daño, pero un pertinaz hongo tiene maltrecho el piso de La Rosaleda. Le sienta bien el solecito que le llega en el coqueto campo de Martiricos, por mucho que no lo necesite como el resto de plantas porque no realiza la fotosíntesis. Hasta el punto de que 21 días después, en el duelo contra el Levante, la hierba del terreno de juego presentó peor estado que en el debut liguero, víctima del citado parásito. En el intermedio, el verde tapiz se asemejaba más a un campo minado que a uno de fútbol. De nuevo, empleados de la entidad malaguista, rastrillos en mano, asentaron como pudieron los 'brotes verdes y marrones'

Los expertos del club trabajan sin descanso en la mejora del asunto. De eso no debe caber duda, aunque la reducción del presupuesto a nivel general del club ha afectado también a la partida dedicada al mantenimiento, cuidado y mejora del segundo elemento básico, tras el balón, para un desenvolvimiento correcto de los jugadores en el desarrollo de sus habilidades balompédicas. El Málaga acusó ante el Levante el mal estado del césped, porque los futbolistas blanquiazules tienen calidad y basan su juego en el toque y el buen trato del balón. Si exceptuamos a los árbitros, el peor enemigo de los hombres de Gracia es el césped en estos comienzos de campaña.