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Las instituciones del Estado y la propia Monarquía parlamentaria trascienden a las personas

Manuel Castillo

Lunes, 2 de junio 2014, 23:27

Las instituciones del Estado y la propia Monarquía parlamentaria trascienden a las personas. Desde que el pueblo español tomó las riendas de su propio destino tras cuarenta años de dictadura han sido muchos los personajes que han tenido un papel clave en el sostenimiento de nuestro modelo de Estado, de la Constitución y de los valores de libertad, igualdad y pluralismo político sobre los que se sustenta nuestra convivencia. Y el Rey Juan Carlos, sin ningún género de dudas, ha sido uno de ellos por su decisiva contribución en la consolidación de una transición a la democracia de la que muchos no sólo dudaban sino que intentaron obstaculizar. Después de casi 39 años de reinado, don Juan Carlos ha anunciado su decisión de abdicar en un gesto que, pese a la sorpresa que pueda suponer, ha sido meditado y debe entenderse como un ejercicio más de responsabilidad para fortalecer la institución de la Corona en estos tiempos difíciles y favorecer con ello la estabilidad de este país. Ahora, como ocurrió en su día y cada vez que España ha sido puesta a prueba en la historia reciente, hay que reclamar sentido de Estado y responsabilidad a todos los actores principales de nuestra vida política para preservar el modelo de convivencia que el pueblo español en su conjunto convino en base a su soberanía nacional. Ello no impide ejercitar el derecho a discrepar ni siquiera a defender cambios por profundos que estos sean, siempre y cuando se ejerciten dentro del marco constitucional. Y es también un ejercicio de responsabilidad darle voz y escuchar al que propone una forma jurídica de Estado diferente.

No habría que entender como una debilidad sino como una fortaleza de nuestro sistema el hecho de que los dos grandes partidos, representantes en el Parlamento de una amplia mayoría de los españoles, hayan escenificado desde el primer momento su defensa de la Monarquía parlamentaria y su apoyo a la Corona y al futuro rey Felipe VI. Con muchas más luces que sombras en su reinado, don Juan Carlos merece más el reconocimiento que el reproche y quizá la Historia le otorgue la gratitud en la memoria colectiva de un país que percibe en su trayectoria el balance del deber cumplido.

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