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Libros y flores en el escaparate de Luces, contra la desesperanza. Ñito Salas
Una feliz anomalía

Una feliz anomalía

Línea de Fuga ·

Después de nueve meses con la nube negra encima de la cabeza resulta que lo extraño es la alegría

Domingo, 20 de diciembre 2020, 02:11

La señora tiene el pelo cuajado de caracolillos naranjas como la montura de sus gafas de pasta. Espera paciente a cierta distancia, en silencio y atenta, pero José Antonio nunca baja la guardia, así que detiene una vez más su charla, se gira y pregunta ... en qué puede ayudarla. Entonces la señora pregunta con cierto apuro por la interrupción si tienen el último libro de Ken Follet. José Antonio lo tiene, como toda la librería, en la cabeza, y con un movimiento de karateca pausado lo saca de la balda. Un tocho de setecientas y pico páginas encuadernado en tapa dura. La señora abraza el libro como a un peluche y se va caminando hacia la caja, en realidad, hacia la cola de la caja, porque hay media docena de clientes esta mañana en la Librería Luces. «Esto es una anomalía...», comparte José Antonio Ruiz, librero de Luces, a la que sigue entrando gente por la puerta de la Alameda Principal y por la de la calle Trinidad Grund, donde va creciendo otra cola de lectores esperando a que llegue a Javier Sierra para que les firme un libro. Y todavía queda una hora para la cita.

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