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Cada vez que Yolanda Díaz ha intentado poner en marcha su «proceso de escucha», la situación política le ha soplado en contra como un vendaval. Esta vez, el terreno está enfangado por una agria crisis en el Gobierno de coalición por el aumento del gasto ... militar, la inflación desbocada y marcado por los pobres resultados cosechados en Andalucía el pasado 19 de junio. La batalla entre PSOE y Unidas Podemos tiene un cierto tinte electoralista, pero al mismo tiempo la vicepresidenta segunda es consciente de que ya no valen más retrasos por las urgencias de una izquierda en retroceso que ha perdido 101 diputados autonómicos desde 2016 y que necesita un referente claro al que aferrarse. Esta tarde presentará en Madrid y de forma oficial Sumar, el nombre elegido para su plataforma y con el que espera recorrer España durante los próximos seis meses para configurar un frente amplio que se convierta en «un proyecto ganador».
Si el plan de Díaz hubiera salido como fue concebido, ya habría echado a rodar hace meses. Pero las dudas por el apoyo a su reforma laboral postergaron el debut. Después llegó el adelanto electoral en Castilla y León, que acabó por retrasar necesariamente el proyecto, aún embrionario, la guerra en Ucrania y, por último, las elecciones en Andalucía, que supusieron un bautismo amargo para la vicepresidenta segunda. Por Andalucía, el nacimiento en forma de coalición, volvió a reunir al Podemos previo a la ruptura de Vistalegre II (congregaba a los pablistas de Podemos y a los errejonistas de Más País), pero solo obtuvo cinco escaños frente a los 17 de los comicios anteriores.
El resultado activó las alarmas en el espacio político a la izquierda del PSOE y terminó por convencer a Podemos de que unirse a la disciplina de Díaz era vital. Los de Ione Belarra habían mostrado hasta ese momento recelos por el proyecto. Defendían que, junto a IU, debían ser la nave nodriza que pilotara el frente amplio por el peso de su militancia. Pero la fuerza de la realidad ha borrado estas dudas de un plumazo y ahora en Podemos está dispuestos a aceptar la disciplina marcada por la vicepresidenta, incluso si esto significa diluirse en un mar de siglas.
Díaz nunca ha ocultado que las estructuras de los partidos, aunque «valiosas» y «necesarias», deben quedar en un segundo plano en favor del protagonismo de la sociedad civil. El enfrentamiento se evidenció el año pasado, cuando la vicepresidenta acudió a varios actos junto a la ya exvicepresidenta de la Generalitat valenciana, Mónica Oltra, o la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a los que no asistieron las dos primeras espadas de Podemos: Ione Belarra e Irene Montero. Ahora la situación es bien distinta, y la líder gallega, que se distanció de los morados en el envío de armas a Ucrania, ha sido el ariete que ha cargado contra los socialistas a cuenta de la pugna por el aumento del gasto militar, cerrando filas con sus camaradas.
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Al acto de esta tarde, la también ministra de Trabajo ha pedido explícitamente a los dirigentes de las confluencias de UP que no acudan o, al menos, no estén sobre el escenario. Así lo desveló este miércoles la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, que «respeta» y «acompaña» los pasos que dé su compañera. En los mismos términos se han pronunciado la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el portavoz parlamentario del grupo confederal de UP, Pablo Echenique. «En este caso concreto se nos ha pedido que no vayamos, lo vamos a respetar pero estaremos ahí por supuesto contribuyendo a crecer y a la unidad del espacio», resumió el miércoles Belarra en una entrevista en TVE.
El formato se ha planificado de forma que no haya ningún líder ni dirigente de primera fila que acapare las miradas. La idea, aseguran desde Sumar, es que puedan acudir cargos rasos o militantes para no ensombrecer el espíritu de la iniciativa: «dar peso y palabra a la ciudadanía». El objetivo es llegar a una mayoría social, superar el eje izquierda-derecha y no centrarse solo en los fieles tradicionales.
Aunque todo esto suena, de momento, algo vacío de contenido, Díaz y su equipo más cercano –todos del ámbito del Ministerio de Trabajo– tienen configurado desde septiembre del año pasado la metodología, los plazos a seguir e incluso el vocabulario en el que incidir. La consigna es recuperar un discurso optimista que rompa con el «negativismo» que sus promotores achacan a la izquierda clásica, huir de las proclamas de grandes principios y presentar programas concretos.
Díaz oficializará su nueva plataforma en un acto nutrido de representantes de organizaciones sociales y la sociedad civil, en el caso de este viernes, con el telón de fondo del Orgullo LGTBI+ que se celebra estos días en la capital. Después llegarán encuentros con personas del ámbito académico, agricultores, trabajadores de distintos sectores o científicos. Con ello, pretende movilizar a un electorado progresista que en las últimos comicios ha mostrado altos niveles de abstención.
En cuanto a la candidatura para las próximas generales, la vicepresidenta ya ha anunciado que habrá que esperar a que este proceso de escucha finalice para que ella misma tome una decisión que, insiste, será consensuada en unas primarias. Con ello quiere huir del señalamiento que hizo Pablo Iglesias cuando renunció a la vicepresidencia segunda para disputar la Comunidad de Madrid a Isabel Díaz Ayuso; y las apelaciones constantes que desde Podemos le han realizado a lo largo de este último año para que se convierta «en la primera presidenta de la historia de España».
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