Los más de mil desalojados por el brutal incendio de la sierra bermeja, en málaga, han podido regresar a sus casas. Lo han hecho poco a poco, y bajo la supervisión de protección civil y la policía. Pueden visitar sus casas durante cinco o diez minutos para recoger algunos enseres importantes, ver el estado de sus mascotas, o apagar las luces que se quedaron encendidas el miércoles de madrugada, cuando les obligaron a abandonar sus viviendas. En todos cunde el deseo de que todo termine ya. De que se apaguen las llamas. De recuperar la normalidad.
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