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JUAN RUIZ PALACIOS, JORGE GARCÍA BADÍA Y ALICIA NEGRE
MURCIA
Viernes, 18 de mayo 2018, 20:08
Es una fachada más, en una calle cualquiera. Un rincón invisible que hasta la fecha había pasado desapercibido para casi todos y en el que, sin embargo, de puertas para adentro reinaba el caos. Alcantarilla destapó en la madrugada del martes su particular 'casa de los horrores'. Informa el diario La Verdad de Murcia que se trataba de una vivienda en el histórico barrio de San Roque, en pleno centro del municipio, en la que presuntamente Jesús B. M., de 56 años y nacionalidad española, habría mantenido encerradas durante cerca de un año a su mujer, de 66, y a su hija, de 29, y que sufre una discapacidad psíquica, amenazándolas de muerte con un hacha. Un reducto nauseabundo, plagado de mugre, que supuestamente escondió durante meses una situación terrorífica que la Justicia trata ahora de aclarar.
La realidad que se vivía tras la puerta de esa planta baja de la calle San Antonio permaneció oculta hasta la madrugada del martes, cuando la Policía Local de Alcantarilla tocó a la puerta. Fueron tres sobrinos de la mujer los que dieron la voz de alarma tras visitar en repetidas ocasiones la casa para ver a su tía y su prima, respectivamente, y recibir un no por respuesta. Según explicaron, Jesús siempre les daba largas para que no pudieran ver a sus familiares y, conforme iban pasando las semanas y los meses sin tener noticias de las mujeres, su preocupación iba en aumento.
Ante la visita de los policías locales, este vecino salió a la puerta de la vivienda y, «visiblemente nervioso», trató de quitar hierro al asunto. Dada la insistencia de los agentes, el hombre accedió a que hablasen con su mujer. Cuando Jesús bajó a su esposa, los policías se percataron de que, mientras hablaba con ellos, ella les hacía gestos con la cara para hacerles ver que no estaba bien. Los policías decidieron entonces llevarse al cabeza de familia a una habitación, mientras uno de los agentes se entrevistaba a solas con la mujer. «Fue entonces cuando se vino abajo y confesó que estaba secuestrada por su marido desde hacía meses», explicaron fuentes de la investigación. De hecho, la víctima relató que había sufrido supuestas amenazas con un hacha y un cuchillo de grandes dimensiones que habría esgrimido su marido.
La mujer, según explicaron fuentes del Cuerpo, aseguró a los agentes que su esposo la mantenía encerrada bajo llave junto a su hija desde el 27 de junio del año pasado. Además, explicó que llevaba meses sin tomar una medicación para el corazón -que su médico le recetó- porque este no se la facilitaba, y que apenas les suministraba alimentos. «Lo peor era la extrema delgadez de la señora y de su hija; podrían haber muerto en cualquier momento», remarcó el oficial jefe de la Policía Local, Bartolomé Mayol. «No he visto nada igual en mis 37 años de servicio. Les hemos salvado la vida». El estado de las dos mujeres, absolutamente deplorable, no fue lo único, sin embargo, que llamó la atención de la Policía. «La casa estaba llena de una suciedad extrema», incidió Mayol. Efectivamente, la porquería anidaba prácticamente en toda la vivienda.
La denuncia de los brutales episodios que supuestamente se habrían producido en ese domicilio desató las alarmas. La mujer y su hija fueron trasladadas al Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia para prestarles atención médica. Después, según ha podido saber este diario, ambas fueron acogidas en el centro de emergencia que dispone la Comunidad y en el que ambas están vigiladas por un equipo interdisciplinar las 24 horas del día.
Mientras tanto, Jesús fue detenido por presuntos delitos de maltrato habitual, contra la integridad moral, amenazas e injurias. Tras pasar un día en el calabozo, ayer fue conducido ante la magistrada que preside el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Murcia, Virginia Bombín. La juez escuchó la versión del sospechoso y de las víctimas y, pasadas las cuatro de la tarde, ordenó la libertad con cargos para este vecino de Alcantarilla. Dictó, no obstante, una orden de protección para su mujer y para la hija, que impide a Jesús regresar a la casa, además de otras medidas de protección social mientras se realizan las primeras diligencias de investigación. Las dos mujeres, no obstante, seguirán alojadas en un centro de la Comunidad.
Según precisaron fuentes jurídicas, la magistrada ha solicitado, además, al hospital y al centro de salud de referencia toda la documentación médica que pueda existir sobre estas mujeres y se halla a la espera de recibir un informe forense integral. Unos datos que podrían llevarle a reconsiderar esta medida cautelar en los próximos días.
Mientras tanto, Jesús recobró ayer a mediodía la libertad y abandonó el juzgado por su propio pie. Lo hizo defendiendo a capa y espada su inocencia. «Es todo mentira», recalcó a preguntas de La Verdad. «Ellas tenían llaves y salían cuando les daba la gana». Este vecino de Alcantarilla aseguró ser víctima de una falsa denuncia. «No puede ser que, sin haber hecho nada, me echen de mi casa», incidió. «Yo trabajo de comercial y ellas entraban y salían de la casa cuando querían».
Jesús dijo que la denuncia por un supuesto secuestro que se prolongó durante meses «es una historia que se ha inventado mi mujer y su familia porque yo quería divorciarme y ellas no querían». El sospechoso llegó a desgranar ante los medios una extraña versión vinculada a la herencia de una familiar de su mujer y para la que sus allegados habrían llegado a declararla oficialmente muerta. Un hipotético fraude que, aseguró, se habría destapado si el supuesto divorcio se hubiese hecho efectivo.
Fuentes policiales subrayaron que tanto el supuesto raptor como las dos víctimas mostraron «incoherencia» en su relato. Estas fuentes apuntaron a que el marido y la mujer podrían padecer algún tipo de problema mental. Lo que resulta evidente es que en la 'casa de los horrores' se había perdido el rumbo.
«Nunca hemos escuchado gritos, pero a todos nos parecía raro no ver ni a la mujer ni a la hija. Hace un año que no sabemos nada de ellas. Él sí entra y sale. Pero todo es muy extraño». Los vecinos de la calle donde reside Jesús B., acusado de retener en su casa a su mujer y su hija, se olían que algo estaba pasando en el interior de la vivienda. «No se trataban con nadie, y no hablaban con ningún vecino», relató ayer una residente, atemorizada ante la noticia.
Otra, en cambio, aseguró que «a esa casa no entraba ni el del butano. El hombre solo salía para descargar unas cajas donde trabaja, pero todo el pueblo cree que no está bien de la cabeza». Añadió que «no hay más que mirar la fachada para darse cuenta de que la casa por dentro tiene que estar hecha un asco. Y no es normal». Los vecinos se juntaban ayer en corrillos para hablar del suceso. «Vaya calvario han tenido que pasar», comentó una residente, aún sorprendida.
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