En Vox no albergan dudas acerca de que su estrategia de abrazarse a la presidencia de EE UU es la acertada pese al riesgo ... de quedarse solos en el arco parlamentario y, lo que resulta aún más importante, de que las críticas de la disidencia puedan dispararse.
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La proyección y el peso que Santiago Abascal está demostrando al erigirse, argumentan los voxistas, en el interlocutor español con la administración de Donald Trump por encima del propio presidente del Gobierno o del jefe de la oposición hace que en Bambú (sede del partido) se disipen todas las dudas sobre los efectos negativos que la postura del partido en la esfera internacional puede acarrearle en su proyección electoral interior.
Nadie entre lo que ahora representa la primera línea de Vox se ha atrevido a poner en duda el cierre de filas de la formación con el nuevo mandatario estadounidense, quien en tan solo un mes de mandato ha puesto en alerta a la mayoría de países de la UE por su acercamiento a Putin para poner fin a la guerra de Ucrania y sus fuertes críticas a la UE. Pero ese alineamiento llena de argumentos a la masa crítica de voxistas que ya están fuera del partido y que llevan meses cargando contra el rumbo emprendido por Abascal desde que este renovase su liderazgo en enero del pasado año.
La salida de los gobiernos autonómicos el pasado julio y la adhesión al grupo de Patriotas en el Parlamento Europeo -uniendo su camino al del húngaro Viktor Orban y separándolo del de Giorgia Meloni- han provocado ruido interno los últimos meses. La entrega ahora de los de Abascal al controvertido discurso de Trump amenaza con hacerlo todavía más.
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Javier Ortega Smith, una de las figuras señeras relegada ahora a un segundo plano a pesar de seguir como diputado nacional y portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, ha verbalizado esa incomodidad latente. Asevera que Vox «no tiene que comprar todas las políticas de Trump» y que España debe tener la libertad de «criticar todo lo que haga el líder de EE UU que perjudique» al país o que «perjudique al concepto que tenemos de Europa».
Los de Abascal ensalzan su actitud frente a la del Gobierno, que a su juicio se ha encargado de tensar las relaciones con todos aquellos países que benefician a España. E inciden en que no existe contradicción porque comparten el diagnóstico y gran parte de las soluciones con Trump a la hora de analizar los desafíos globales.
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Pero el potencial impacto de la estrategia trumpista en sectores que nutren de votos al partido -el agrario, por ejemplo-, ha llevado a Vox a precisar que su prioridad son «los intereses nacionales». Así lo resaltó esta semana Pepa Millán, portavoz parlamentaria, al ser preguntada por los aranceles. José Antonio Fúster, portavoz nacional, también se vio obligado a decir que «no estaban de acuerdo» con que Trump se refiriese a Volodímir Zelenski como un «dictador».
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