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Pedro Sánchez recibe este jueves en La Moncloa a los representantes de todas las fuerzas políticas con representación en el Congreso -a excepción de Vox, ... a quien deliberadamente ha decidido dejar fuera y de Sumar, a la que da por informada después de la cita que este martes mantuvo con Yolanda Díaz- sin tener claro aún cómo cumplirá su compromiso de acelerar el gasto en defensa para alcanzar el 2% del PIB lo antes posible, pero con un mensaje claro: lo hará. El presidente del Gobierno aseguró ayer desde Finlandia que España está «preparada» para lograr ese objetivo, aunque eludió concretar en qué plazos y a qué ritmo con el argumento de que eso es algo que debe comunicar antes a los propios ciudadanos españoles. Pero en el Gobierno confirman que esa es una decisión que no se tomará de hoy para mañana.
Antes de trasladar un plan de actuación al Congreso - no ya para su votación, como exigen tanto socios de la izquierda como el PP, sino a modo de debate genérico, tras el próximo Consejo Europeo -, Sánchez quiere que el Ejecutivo comunitario aclare de forma definitiva cuáles serán los instrumentos financieros y las medidas con las que podrán contar los estados para hacer frente al rearme que exige el contexto internacional. Y, consciente de las resistencias que el incremento de la inversión militar suscita tanto entre buena parte de sus aliados de investidura como en sectores sustanciales de la ciudadanía, está decidido a batallar para que el impacto para las arcas nacionales sea moderado.
El Ejecutivo busca, de hecho, apoyos en la UE a su reivindicación de que, además de créditos por valor de 150.000 millones de euros, ya puestos sobre la mesa, la Comisión apruebe transferencias directas a fondo perdido como las acordadas durante la pandemia. El presidente aseguró ayer en Helsinki -capital de un país con 1.343 kilómetros de frontera con Rusia- que los principales beneficiarios de esas ayudas serían los países nórdicos y los bálticos. Pero no solo. Y el primer ministro finlandés, Petteri Orpo, que a su vez recibió recientemente el respaldo de España a su petición para que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) ayude a financiar la defensa europea, se mostró de acuerdo con la exigencia.
También el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, defendió la víspera en Bruselas, donde asistió al Ecofin, que a la hora de determinar qué partidas pueden computar como defensa se apueste por un «concepto amplio». La Comisión está dispuesta a congelar la aplicación de las reglas fiscales y no sancionar los déficits excesivos en los que incurran los estados si es para financiar el rearme. España, y otros países como Polonia o Francia, quieren que como tal se entienda todo gasto en seguridad. Sánchez reclamó ayer, incluso, «un enfoque de 360 grados que abarque desde los conflictos abiertos a los ciberataques, pasando por las crisis energéticas y las catástrofes climáticas».
Frente antibelicista
Si ese planteamiento se acepta, llegar al 2% del PIB español (desde el 1,28% registrado por la OTAN) será una tarea menos ardua; y rebajar las críticas de los socios, que no terminan de creer que el gasto social no vaya a verse afectado, resultará algo más sencillo. Pero, por el momento, el jefe del Ejecutivo tendrá que escuchar hoy cómo ERC, Bildu o el BNG -a los que dedicará media hora de su tiempo, sin diferencia alguna con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo- expresan en un «frente común» su rechazo al objetivo comprometido por Sánchez, que, por otro lado, está muy por debajo del 3% del PIB al ya apuntan tanto la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, como el secretario general de la alianza atlántica, Mark Rutte.
Ayer, en un debate sobre Gaza en el Congreso, los llamamientos del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, a la unidad frente a la «crisis existencial» que atraviesa Europa y el acercamiento de Estados Unidos a Rusia, cayeron en saco roto. Podemos fue la fuerza más dura, pero no la única en advertir de que «elevar el militarismo no es una opción viable».
El Ejecutivo podría intentar apoyarse en el PP, que comparte su posición en este asunto, pero no está dispuesto a darle la baza de proclamar que si recurre a él es porque no tiene mayoría para seguir gobernando. Feijóo ya ha advertido de que no le dará un «cheque en blanco». Ayer los populares acusaron a Sánchez de estar intentando «trampear» y arguyeron que «engañar» a sus aliados parlamentarios, como ERC o Junts, puede ser sencillo pero que con la OTAN no lo tendrá tan fácil.
La organización atlantista, que celebrará su próxima cumbre en junio en La Haya, tiene bien definido qué considera gasto en defensa. Pero el Gobierno alega que, porcentaje del PIB al margen, también valora su aportación a misiones de la OTAN o su presencia en países del este.
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