Detrás del diseño del histórico logo del PSOE se esconde un nombre escrito con mayúsculas en el diseño gráfico español. El escultor, grabador, pintor y diseñador José María Cruz Novillo (Cuenca, 1936) relata a este periódico cómo con una llamada en 1977 de Guillermo Galeote – ... que pertenecía entonces al grupo que dirigía al PSOE recién salido de la clandestinidad– se empezó a fraguar uno de los símbolos más carismáticos en los 40 años de democracia que ha conocido España: el puño y la rosa que identifican la militancia socialista.
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Aunque la iconografía del PSOE podría haber sido bien distinta si entonces se hubiese decidido continuar con la identidad visual que acompañaba al partido desde los años 20, el yunque y el tintero. «A pesar de que hice algún dibujo sobre esa iconografía, pronto me di cuenta de que no tenía recorrido», asegura Cruz Novillo tras apuntar que fue entonces cuando propuso a los dirigentes de la formación «adoptar el símbolo del puño y la rosa como ya había hecho algún otro partido socialista europeo». Además, el yunque y el tintero –que al diseñador le pareció siempre una imagen «algo esotérica y poco adecuada»– se asociaba más al ideario marxista que el PSOE acabaría abandonando en el congreso extraordinario de 1979.
En concreto, el puño y la rosa se convirtieron en el símbolo socialista internacional a raíz del congreso de Épinay de 1971, el tercero que celebraban los militantes franceses. Y fue interpretado por primera vez en el país galo por Didier Motchane con una mano derecha sujetando una rosa, pasando a ser utilizado más tarde por los partidos socialistas de Bélgica, Chile y España. La principal novedad que incorporó Cruz Novillo respecto al diseño ya existente fue el de cambiar el puño derecho por el izquierdo a la hora de sujetar la rosa. «Les gustó la manera en que lo dibujé, acompañado de una por entonces novedosa y moderna tipografía Helvética».
Cruz Novillo, que a los 26 años pudo viajar a Nueva York como parte del equipo de artistas que representarían a España en el Pabellón de la Feria Mundial de 1964, también resalta uno de los nombres clave que contribuyó a la rápida adaptación del puño y la letra en el logo socialista: el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra. Según el artista, su «impulso» fue «decisivo» para que la nueva simbología se implantara con rapidez. Un Guerra que ha constatado estos días, entre el malestar y la mordacidad, cómo el partido en que lo fue casi todo no le había invitado, de saque, al acto de celebración de la victoria que compartió con Felipe González, codo con codo, hace 40 años. Una exclusión enmendada por la actual dirección encabezada por Pedro Sánchez.
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Aquel logo del PSOE ha estado vigente hasta la actualidad y cada vez que se aproximan elecciones los socialistas no dudan en utilizarlo como una de sus joyas. Aunque también ha habido ocasiones en las que han optado por dejar de lado el histórico distintivo. Eso sí, por el desgaste de la marca del propio partido y no por el diseño en sí. Es el caso de las últimas autonómicas catalanas, donde el PSC decidió utilizar solo una barra lateral y un corazón; de los comicios generales de 2011, en los que el entonces candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba hizo desaparecer el puño y la rosa de los mítines; o de algunos actos de la expresidenta de la Junta andaluza, Susana Díaz, quien lo empequeñeció e, incluso, llegó a suprimir.
No obstante, para Cruz Novillo el puño y la rosa que dibujó hace más de cuatro décadas «sigue funcionando y no necesita ser actualizado». «Cada noche electoral me reafirmo en esta idea, viendo cómo esa marca resulta plenamente actual cuando aparece junto a las del resto de partidos», afirma tras hacer hincapié en que el diseño «es un arma poderosísima que, gestionado con inteligencia, representa uno de los patrimonios culturales y económicos más importantes que puede tener tanto una empresa como todo un país». Ese poder, advierte el artista, hace que cuando se decide recuperar emblemas del pasado no signifique lo mismo «que Burger King recupere su símbolo clásico de la hamburguesa a que un partido neonazi recupere la cruz gamada».
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El experimentado diseñador se muestra reticente ante una eventual modernización del icono socialista. «Ojalá fuera algo que dependiera de la propia calidad de la marca, y no de factores externos, como tantas veces sucede». En este sentido, Cruz Novillo también señala que, a su juicio, uno de los mayores defectos que puede acarrear un logo es que acabe resultando «insignificante». Y pone como ejemplo el corazón que usan actualmente PP, Podemos y PSOE. «Lo han convertido en insignificante a los efectos de comunicación y de diferenciación entre partidos».
Cruz Novillo es el artífice de algunas de las marcas más icónicas y que más han perdurado en nuestro país como las de Correos, la Comunidad de Madrid, Renfe, el Cuerpo Nacional de Policía o varios medios de comunicación. Aún así, todavía hay algún trabajo inédito que el público no ha visto y que lleva su impronta. Es el caso de «la identidad institucional del Gobierno de España», que sigue esperando, sostiene el diseñador, «en algún cajón de la Moncloa a ser implantada».
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