Oremland, una antigua población de la antigua Checoslovaquia, fue utilizada por el ejército de la Unión Soviética para controlar su patio trasero hasta la caída del Muro de Berlín y la Revolución de Terciopelo en noviembre de 1989. Han pasado 35 años de aquello y ... este asentamiento fantasmal rodeado de robles, perdido en el tiempo con sus bloques de viviendas raídos y los vehículos militares rusos destartalados, sirve ahora como centro de entrenamiento para la fuerza de la OTAN desplegada en Eslovaquia.
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Se trata de una misión multinacional que lidera desde enero pasado España en la localidad de Lest, en el centro del país y a tan solo 300 kilómetros de la frontera de Ucrania. Su cometido consiste en disuadir el afán expansionista de Vladimir Putin y reforzar la protección de los aliados que en su día fueron satélites de la URSS y hoy se están preparando ante una eventual agresión terrestre de Rusia.
El capitán Pablo Vicario, de 31 años, observa cómo accede por la calle principal de Oremland su escuadrón de caballería. Es la primera vez que los vehículos acorazados Centauro del Regimiento Lusitania 8, con base en Marines (Valencia), despliegan fuera de nuestras fronteras. La unidad tiene 300 años y su distintivo es una calavera con dos tibias cruzadas.
En las 48 horas de maniobras realizadas esta semana, los VRCC de ochos ruedas, con su imponente cañón de 105 milímetros para el sofisticado obús Light Gun, tratan de limpiar el perímetro urbano y contener los reductos enemigos. «La de Ucrania es una guerra convencional donde se dirimen combates calle por calle. Reproducir estas situaciones nos permitan probar nuestras capacidades. Es un hito que el 8x8 esté aquí para dar fuego de cobertura y permitir el avance a pie de la tropa», explica Vicario.
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Su regimiento está encuadrado en la Brigada Almogávares VI de Paracaidistas, que junto a sus 'hermanos' del Nápoles 14 de Paracuellos del Jarama (Madrid) componen el grueso de la fuerza española en Lest. De los 1.100 efectivos que integran una de las ocho brigadas multinacionales que dispone la OTAN en los países aliados del flanco este, 800 son españoles (47 de ellas mujeres) y el resto son soldados eslovacos, checos, portugueses y eslovenos.
Desde el pasado 15 de julio los 'paracas' asumieron el liderazgo del contingente, que cuenta con 200 vehículos motorizados, mecanizados y acorazados llegados por vía marítima desde Valencia hasta Eslovenia y luego por carretera hasta Eslovaquia (un país del tamaño de Aragón con la población de la Comunidad Valenciana). En próximas fechas llegarán tres helicópteros de combate Tigre y NH-90 desde Almagro (Ciudad Real) y Agoncillo (La Rioja), que se incorporarán al cuartel general de la misión que España ha destacado en la base aérea eslovaca de Kuchyña, donde se encuentran 33 militares.
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«Ser nación marco de la misión implica asumir un papel de coordinación en las operaciones y de seguridad de la región. Supone la planificación y ejecución de los ejercicios, gestionar el grueso de la logística y asegurar el bienestar de la tropa multinacional», afirma el coronel ferrolano Francisco Calvo, jefe del contingente.
Se trata de una fuerza de infantería media capaz de llevar a cabo operaciones tácticas terrestres y de maniobrar bajo su propio fuego para enfrentarse al enemiga. Para ello, utilizan vehículos ligeros de alta movilidad y transporte –se han desplegado 50 Vamtac que incorporan misiles israelíes contracarro Spike, con hasta cinco kilómetros de alcance– o seis carros de combate Leopard, que aporta el Ejército portugués.
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Pero España también cede otras capacidades de los paracaidista, como la unidad de artillería de campaña, los zapadores para abrir camino y los equipos de transmisiones o drones. «Podemos desplegar en 20 minutos y hacer fuego a 16 kilómetros de distancia», detalla el capitán José Antonio Mochón, granadino de 31 años y jefe del grupo.
En otro punto del campo de maniobras de 145 kilómetros cuadrados (similar a 14.500 campos de fútbol), el soldado almeriense Carlos Sánchez del Corral, de 26 años, da protección a los zapadores y auxilia al equipo de desactivación de explosivos. Es su primera misión. «Trabajar con este realismo es una experiencia muy enriquecedora», comenta.
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A su lado, el subteniente Vicente Cabello detalla cómo intervienen los sofisticados robots cuando identifican un OED. Desactivador con experiencia en Afganistán, Líbano o Irak, este madrileño de 50 años asegura que en una situación de riesgo extremo pueden realizar una intervención completa en solo 90 minutos. «Se requiere serenidad, frialdad y trabajo en equipo. Y lo más importante: nunca hay que confiarse», admite Cabello, al que sus compañeros apodan 'Tururú'.
El sargento cacereño Sergio Torrecilla, de 36 años, conoce bien los peajes de dirigir esta sección. Durante su estancia en Líbano en 2007 fallecieron seis compañeros suyos en un atentado contra un blindado BMR perpetrado con un coche-bomba. Y tres años después, cuando se encontraba en Afganistán, dos guardias civiles fueron tiroteados mortalmente por un talibán infiltrado. Formaban parte de su rotación. «Son tragedias que nunca se olvidan», confiesa Torrecilla.
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Las maniobras defensivas con fuego real se extienden también durante la gélida noche eslovaca. En la madrugada del pasado jueves participaron 560 militares. El puesto de mando es un bullicio. La información se centraliza en el momento. Los drones identifican el avance del enemigo, dan las coordenadas y los tiradores de precisión esperan camuflados su momento. Pueden pasar horas enfocando un solo objetivo con la ayuda de su binomio. Los soldados están listo para actuar. Preparados para lo que pueda venir.
La Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid en 2022 autorizó que los ocho batallones del flanco este puedan convertirse en solo diez días en brigadas. En caso de crisis, el grupo de Eslovaquia deberá aumentar desde los actuales 1.100 a 2.800 efectivos, de los que 2.100 serían españoles. La prueba de fuego llegará en junio de 2025, cuando se realice un ejercicio completo. Para entonces, la Brilat con sede en Pontevedra y Asturias habrá tomado el relevo. España también lideraría un cuerpo de ejército de 60.000 efectivos en Eslovaquia, República Checa y Hungría en caso de una guerra abierta con Rusia, coordinado desde del cuartel general de alta disponibilidad de la OTAN en Valencia.
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