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Nadie dudaba de que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, no tardaría en elevar la voz en contra del acuerdo suscrito por ... el PSOE con Junts para delegar a Cataluña las competencias de inmigración y así ha sido. El único barón socialista abiertamente crítico con las cesiones de Pedro Sánchez al independentismo, tras la marcha del aragonés Javier Lambán. Y lo ha hecho tanto con argumentos similares a los que utiliza el PP como con reproches parecidos a los de Podemos y otras formaciones de la izquierda.
Sin hacer ningún esfuerzo por ocultar su malestar ni suavizar su opinión acerca de la actuación del presidente del Gobierno, el castellanomanchego ha argumentado que el pacto, que entre otras cosas permitirá la presencia de los Mossos de Esquadra en la frontera junto a la Policía Nacional y Guardia Civil y gestionar las devoluciones, no solo es reprobable porque favorece la «competencia identitaria» sino que lo es porque también favorece la «competencia contra los inmigrantes».
«Realmente, en este país hemos llegado a un punto de sectarismo y de cainismo verdaderamente increíble ¡Y alguien encima se quiere celebrar el comienzo de la transición política!» , ha ironizado en alusión a la decisión del Gobierno de celebrar los 50 años de la muerte de Franco, a lo largo de una entrevista en el IV Foro Económico Español de Castilla-La Mancha, organizado por El Español e Invertia.
«La realidad es que no se puede pactar lo que se está pactando sin vender tus valores sin caer en la hipocresía de haber hecho lo contrario de lo prometido», ha recriminado . «No fuimos a las elecciones con este planteamiento. Fuimos con un planteamiento contrario. Por consiguiente, cualquiera que se considere de izquierda no puede ni mucho menos tragar con una realidad que es el mejor Torra, el mejor Puigdemont», ha insistido acusando a ambos de xenofobia.
Page ha dado por hecho que la dirección de su partido lo acusará de hacer el juego a la oposición. Pero, como ya hizo en el último congreso federal, celebrado en Sevilla a finales de noviembre, ha argumentado que su objetivo es seguir siendo un asidero para aquellos que ven con desconcierto lo que está ocurriendo y trabajar para que puedan vislumbrar un PSOE «reconocible».
A su juicio, «tiene razón« Carles Puigdemont cuando afirma que lo que ha logrado para Cataluña -si es que la ley llega a aprobarse, porque de momento no tiene apoyos suficientes en el Congreso- son «competencia propias de un Estado». Pero ha rechazado entrar en el debate de si se trata de una norma constitucional, como sostiene el Gobierno, o no. Entre otras cosas, porque ha llegado a insinuar que el actual tribunal de garantías, presidido por Cándido Conde Pumpido, determinará lo que convenga a Sánchez, pero también porque no es lo más relevante.
«Es que la mayoría de las políticas de Vox entrarían en la Constitución, porque la Constitución española es incluyente, no tiene ideología concreta, acepta mucha variedad de ideología -ha remarcado-. Por consiguiente, yo lo que discuto como izquierda es que puede ser constitucional y puede ser al mismo tiempo muy de extrema derecha».
Page ha vaticinado que por este camino a los socialistas les irá mal. Ha advertido de que lo del 23 de julio de 2023 fue una «carambola», después de que «la política nacional» hiciera que el PSOE se «hundiera» en las autonómicas previas. Y ha censurado que por esa carambola, «se estén tomando decisiones que requerirían escuchar a la gente».
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