Pablo Iglesias: «En política hay que ser valiente para dar batalla y dejar paso a otros liderazgos»

Especialista en dar golpes de efecto, Iglesias y su directiva meditaron la estrategia a lo largo del fin de semana. El secretismo era tal que el anuncio sorprendió a muchos cargos morados, a la totalidad de la militancia del partido y a sus socios del PSOE. Solo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, supo de la decisión poco antes de que la noticia se hiciera pública a través de las redes sociales. «Algunos dirigentes del partido siguen en 'shock', pero respaldan totalmente la postura de Iglesias», explican fuentes cercanas a la vicepresidencia.

La transcendencia del movimiento también precipitó otra estrategia que Iglesias llevaba meses elaborando: su sucesión en el partido. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que no es miembro de Podemos y milita en el PCE, recogerá el testigo y será candidata de los morados a las siguientes elecciones generales si las bases refrendan la decisión. Además de mantener su cartera en el Consejo de Ministros, ocupará la vicepresidencia segunda que corresponde a los morados por el acuerdo de coalición, como ratificó ayer Sánchez. Un movimiento que en Podemos valoran «positivamente» porque, como afirman fuentes de la formación, «despeja el camino de forma tranquila tras siete años de liderazgo». Díaz, además, contará con el prestigio de ostentar un cargo relevante antes de encaminarse a los futuros comicios.

No es la única estrella emergente. La secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra, que saltó a la primera línea política en 2018 al sustituir a la ministra de Igualdad, Irene Montero, como portavoz parlamentaria de Unidas Podemos durante la baja maternal de esta, ocupara el Ministerio de Derechos Sociales que deja libre Iglesias.

Consciente de que se está jugando su futuro político, Iglesias vincula su decisión de bajar al campo de batalla en Madrid a la posibilidad de que Ayuso, debilitado ya Ciudadanos, pueda formar Gobierno con Vox como indican las encuestas. «Madrid está ante un enorme riesgo, que haya un Gobierno de ultraderecha», afirmó el vicepresidente.

En la Comunidad, Podemos padecía dos debilidades principales. La primera, la ausencia de un candidato con tirón. Una vez que el PSOE confirmó que Ángel Gabilondo repetía como cabeza de lista, Iglesias intentó convencer al ministro de Consumo, Alberto Garzón de que se pusiera al frente del proyecto, pero se encontró con la negativa de este. Al final, decidió resolverlo poniendo su propia foto en el cartel electoral.

El otro talón de Aquiles es la fragmentación de la izquierda madrileña, con Más Madrid, Izquierda Unida y Podemos (que solo obtuvo el 5,6% de los votos en los anteriores comicios) haciendo la guerra por su cuenta al margen del PSOE. El líder de Podemos inició ayer los primeros contactos con la formación liderada por su otrora número dos, Íñigo Errejón, con quien rompió todos los vínculos cuando se enfrentaron en Vistalegre 2. El abrazo entre ambos parece ahora más cercano que nunca. «Estamos dispuestos a hablar de todo, a ser posible sin mucha testosterona ni imposiciones», recogía el guante ayer la candidata de Más Madrid, Mónica García.