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jorge alacid
Valencia
Domingo, 17 de octubre 2021, 12:26
Quien haya tenido el placer de asistir al congreso del PSOE en Valencia y hace dos semanas también tuviera el honor de acudir a la convención del PP se sitúa hoy en una privilegiada atalaya desde donde practicar la teoría del análisis comparativo. ¿En qué ... se asemejan ambos partidos, con sus respetivas enfervorizadas militancias? ¿En qué divergen las imágenes socialistas que salen este domingo de la Feria valenciana respecto a sus hermanas populares de la plaza de toros? ¿Cómo distinguir al extasiado fan de Pedro Sánchez de un entusiasta seguidor de Pablo Casado?
Las comparaciones son ociosas. Porque se fundan en un error de partida: la apoteosis socialista de este fin de semana solo admite comparación con un congreso semejante de sus rivales, no con una convención como la organizada por Génova, que tenía más de rearme de la moral interna (y de revisión del pasado). Esta cita del PSOE (que también ajusta sus propias cuentas con su historia reciente) se parece más a aquel otro momento cumbre, en este mismo escenario de la Feria: cuando el PP de Mariano Rajoy sofocó el ímpetu de Esperanza Aguirre. Un fin de semana de cantos a la unidad, apología del amado líder y contención de la disidencia: ningún caso de los suyos a Felipe González, que el sábado pedía que afilaran su vertiente crítica. La militancia contestó al veterano líder con indiferencia: convirtiendo el escenario de la Feria en una macrodiscoteca a los sones de Sabina, Pereza, Tequila y Alaska. Ahí reside la principal divergencia respecto al mitin de Casado en la plaza de toros: su pinchadiscos era más de perrear.
Los socialistas prefieren la música en directo, tal vez porque sospechan dónde acabó el sábado por la noche la mayoría de los congresistas, aunque el tema que más machaconamente ha martirizado los tímpanos de los asistentes traía aromas a metal: un viejo hit de los Twisted Sister, aquellos abanderados del glam metal cuya letra (muy elemental: «Tenemos razón, somos libres») era lo de menos. Lo básico es que sus acordes contribuían a la mística generalizada como banda sonora para que los nuevos elegidos por Sánchez subieran al estrado entre las ovaciones de sus compañeros, con medalla de oro, por cierto, para Patxi López en el aplausómetro.
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Porque también en eso se parecen, más de lo que pretenden unos y otros, los dos machos alfa de la política nacional: comparten una similar devoción a sus siglas, que en el caso concreto del PSOE se ha materializado en el sentido homenaje a Rubalcaba y hecho carne en el aplomado discurso de su viuda, Pilar Goya. En el apartado estético, se observan las diferencias de rigor en la indumentaria, en el organizativo se nota dónde está siempre el dinero (cerca del poder: el derroche de medios de la Feria es abrumador) y los mensajes son por supuesto divergentes, aunque la palabra más repetida en ambos fines de semana haya sido Sánchez, porque el PSOE se cuida mucho de mentar a Casado y porque en justa correspondencia nada entusiasma más a las bases del PP que escuchar el nombre de su archienemigo, el maligno Sánchez, quien en realidad encarna con su estatus presidencial la principal fuente de diferencia. Es el presidente. Cuando habla, recopila conquistas; cuando habla Casado, es el aspirante, que se limita a enumerar promesas. Para lo cual, curiosamente, necesitó en el coso valenciano un largo cuarto de hora más que Sánchez: un discurso de una hora casi clavada, La Internacional de rigor y desbandada colectiva de los congresistas.
Fin de las diferencias. Ocurre que tanto en Ferraz como en Génova han leído a Tolstoi y saben en consecuencia que si bien todas las familias felices se parecen, cuando la dicha se ausenta cada cual reacciona a su manera En el caso del PSOE, diríase que sus afiliados conviven históricamente más a gusto con la discrepancia y aceptan con mayor naturalidad la puñalada del querido camarada. En el PP causa más desazón, por falta de costumbre, el navajeo interno y su infelicidad en momentos de crisis tiende a intensificarse. Pero en lo fundamental prevalece un denominador común: unos y otros tienen presente también el cancionero de Coque Malla, que ha atronado esta gris y lluviosa mañana de domingo por la megafonía de la Feria. Ninguno puede vivir sin el otro.
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