Siempre quiso trabajar en un hospital. Lo tuvo claro desde que empezó la carrera y un año antes de graduarse en Medicina por la Universidad de Málaga (UMA), en junio de 2020, empezó a estudiar para el examen MIR (Médico Interno Residente), que es la ... prueba exigida a los médicos, españoles y extranjeros, para acceder a una plaza de especialista en formación en el Sistema Nacional de Salud de España.
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Julia Cabezas (24 años) se apuntó a una academia para que la guiasen en la preparación de esta competitiva prueba, que este año se celebrará el próximo 27 de marzo. Es la fecha marcada en rojo para todos los aspirantes a una plaza de Formación Sanitaria Especializada, no solo en Medicina (MIR), también de Enfermería (EIR), Psicología (PIR), Farmacia (FIR), Química (QIR), Biología (BIR) y Física (RFIR). En total, 10.249 vacantes.
Sus jornadas de estudio se prolongaban durante 12 horas. Así, diariamente, seis días a la semana, sacrificando familia y amigos. Solo el domingo, se tomaba un respiro para descansar. Pero la irrupción de la pandemia del Covid-19 trastocó el que siempre había sido su «plan». «En pleno confinamiento y ante la emergencia sanitaria que vivíamos, me inscribí en unas listas para trabajar. Me pasaba todo el día en casa estudiando, pero con lo que estaban ocurriendo, quería echar una mano», relata Julia Cabezas. No la llamaron, pero ella no cejó en su empeño de ayudar. Contactó con el centro de salud de Ubrique (Cádiz), municipio donde reside su familia y donde vivió el confinamiento. «Pasó la primera ola del coronavirus y nada, pero tras el verano se vieron desbordados, porque había varios médicos de baja, y me llamaron».
Desde entonces, esta graduada en Medicina no ha dejado de ver pacientes. Las 12 horas de estudio diario se redujeron a cuatro. «Llegaba agotada a casa y la cabeza la tenía más en los casos que pasaban por la consulta que en los libros. Empecé a agobiarme porque veía que no me daba tiempo a prepararme bien el examen y me resistía a abandonarlo, pero al final creo que hice lo correcto. Veo que mi trabajo de apoyo en Pediatría está siendo muy útil y ahora sé que, aunque me presentase y sacara la plaza MIR, acabaría rechazándola por seguir ayudando aquí», declara Cabezas. Sabe que cuando esta crisis sanitaria pase, prescindirán de ella y le costará retomar el estudio para optar a la residencia. «Ahora no hago planes, esta pandemia me ha enseñado a relativizar. Estoy haciendo lo que debo hacer», sentencia Cabezas.
Como ella, otros muchos médicos que habían planificado presentarse al examen MIR de este año ya no lo harán por estar trabajando, pese a que esta prueba es el pasaporte de entrada a la sanidad pública para formarse como especialista. La pandemia ha cambiado las prioridades y el mercado laboral. No es la única razón que ha influido para que el número de aspirantes que se presentarán a la prueba este mes haya caído en 1.751 personas con respecto al año pasado.
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Según las listas definitivas publicadas por el Ministerio de Sanidad, se ha pasado de los 16.176 candidatos en 2020 a los 14.425 en 2021, precisamente el año que más plazas se ofertan, en total 7.989 (374 más que en la pasada convocatoria), lo que arroja una ratio de casi dos candidatos por plaza y, por tanto, una mayor probabilidad de obtenerla. No obstante, tal y como denuncian desde la Asociación MIR España sigue siendo una oferta «insuficiente» para cubrir el actual déficit de médicos, con previsión de agravarse en los próximos años. «Habría que convocar 10.000 plazas anuales para garantizar que se cubren las jubilaciones previstas. Hay especialidades, como Atención Primaria, donde la carencia ya es evidente», denuncia Luis Tejedor, presidente de la Asociación MIR España.
En su opinión, los cambios en el mercado laboral, provocados por la pandemia, han sido determinantes en el descenso de aspirantes al examen MIR. «Muchos médicos están trabajando con un salario y una estabilidad mejor que si fueran residentes. Además, a eso hay que sumarle que empezarían su formación con ciertas incertidumbres, sin tener la garantía de que se pudieran cumplir en esos cuatro años de residencia el programa de la especialidad, y en lugar de convertirse en traumatólogos, cirujanos o cardiólogos acabarían como 'covidólogos'», apostilla Tejedor.
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Es uno de los miedos que tienen estos aspirantes y que, en parte, explica la «desmotivación» que sienten algunos: que su residencia no responda a su propósito. «Los residentes actuales no se están formando bien. Han visto canceladas la mayoría de sus rotaciones y también parte de las prácticas de su especialidad. Están haciendo tareas muy necesarias, como seguimiento de Covid, pero no es algo que te forme en la materia que buscas. Sinceramente, a mí no me renta meterme ahora a prepararme a fondo un examen y empezar una residencia sabiendo que parte del tiempo que emplee en ella no me va a formar en condiciones por la coyuntura actual», lamenta Lucía Auñón (24 años), que se graduó el pasado curso en la Facultad de Medicina de Málaga.
También en su caso, el Covid-19 truncó sus aspiraciones profesionales. Las restricciones dieron al traste con su proyecto de trabajar en Noruega y, aunque lo intentó en otros países de Europa, finalmente fracasó. Así que buscó empleo en España y lo encontró. Primero lo hizo como captadora de socios para una ONG. «Estuve un mes y fue duro, más que la pandemia», asegura. Pero después encontró su hueco en una empresa de vigilancia de la salud y prevención de riesgos laborales. «Hago reconocimientos médicos y lo veo adecuado a la formación que tengo», admite Auñón quien, pese a no verse con posibilidades, al haber empezado a estudiar muy tarde, se presentará al examen MIR para probar suerte y coger experiencia para otras convocatorias.
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Muchos de estos médicos graduados, que han decidido retrasar su formación especializada, sienten que la sociedad no está siendo justa con ellos.«No somos peores médicos por eso. El sentido del MIR es formarse y, por eso, no se puede pretender suplir carencias del sistema con médicos en formación, porque si no, se convierten en mano de obra barata. El sistema tiene que ser capaz de buscar los recursos humanos de otra manera. Además, en nuestro caso, entra el sentimentalismo y bajo el paraguas de la vocación no puede valer todo. Por supuesto que aquí estamos para salvar vidas y eso nadie lo puede poner en duda, pero la razón de existir del contrato MIR no es tener un personal sanitario, es tener un personal sanitario en formación. Por tanto, si queremos que esos médicos apoyen en el contexto de la pandemia, pues habrá que sacar contratos nuevos. Lo que no se puede hacer es tirar del residente MIR porque es más barato», manifiesta Tejedor.
En este sentido, también se ha pronunciado Pablo Lara, decano de la Facultad de Medicina de Málaga y presidente de la Conferencia Nacional de decanos de Medicina. Admite que la pandemia ha obligado a reorganizar los centros sanitarios, a redistribuir los espacios, a movilizar a especialistas en otras áreas que no son las propias y a suspender en gran parte la actividad quirúrgica «y todo eso implica necesariamente que no realicen las actividades formativas que deben realizar. Eso es indudable», reconoce Lara. Sin embargo, expone que la especialidad es un periodo formativo de cuatro o cinco años y esa prolongación en el tiempo permitirá compensar ese déficit formativo que actualmente se está produciendo. «Además, la pandemia obliga a adquirir una serie de competencias importantes (trabajo en equipo y formación trasversal) y, por otra parte, quién nos dice que el año que viene no vamos a tener otra variante y se prolonga la pandemia. Por eso, si ahora tuviera que decidir si presentarme o no al MIR, creo que lo hubiera hecho, aunque es una decisión muy personal», confiesa Lara.
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Comparte que la oferta laboral que existe actualmente ha jugado a favor del descenso de aspirantes al examen y no solo de los recién graduados, también de los «recirculantes», es decir, aquellos médicos que ya han hecho una especialidad y vuelven a presentarse a otra como mejor opción laboral. «Al haber ahora más ofertas de trabajo y estar más tiempo empleados (también con menos tiempo para estudiar), el número de inscritos ha descendido».
Sea como fuere, y al margen de razones formativas, anímicas o personales, Pablo Lara está convencido de que toda crisis es también un tiempo de oportunidades y de que los residentes que se incorporen en los próximos meses recibirán una buena formación. «Sin embargo, aplazar el examen MIR no resta, en absoluto, el compromiso de estos aspirantes con la profesión. Es más, con su decisión actúan consecuentemente y acorde a lo que creen que les puede ayudar más en su desarrollo profesional», declara Lara.
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La Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) ha propuesto al Ministerio de Sanidad que facilite a los aspirantes una segunda fecha para poder realizar el examen MIR dada la coyuntura actual de pandemia, que pueden derivar en una enfermedad o la obligación de guardar cuarentena y que impedirían al opositor presentarse al examen.
Sin embargo, esta petición no ha sido bien recibida por el conjunto de aspirantes que se presentarán a la prueba médica el próximo 27 de marzo. Desde la Asociación MIR España creen que la propuesta es «injusta», ya que no habría igualdad al celebrarse dos versiones de examen con preguntas diferentes y en momentos distintos. Su presidente, Luis Tejedor, considera más lógico buscar la manera de que todo el mundo se pueda presentar ese mismo día, habilitando aulas alternativas para aspirantes contagiados o que hayan mantenido un contacto estrecho. «Si se ha podido hacer para celebrar unas elecciones en Cataluña, también se puede hacer para el examen MIR. Otros años no han podido presentarse algunos opositores, por enfermedad o cualquier otro motivo, y nunca se ha planteado que puedan hacer la prueba en una segunda convocatoria«, asegura.
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Por su parte, el Ministerio de Sanidad ha descartado la posibilidad de un segundo examen, pero en el protocolo Covid diseñado para la prueba no se permitirá el acceso a las facultades ni la participación en las pruebas a las personas con síntomas compatibles con Covid-19, consideradas caso confirmado o contacto estrecho de un caso sospechoso, probable o confirmado. También quedarán fuera de las convocatorias los aspirantes con positividad a una prueba diagnóstica.
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