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Olatz Barriuso
San Sebastián
Domingo, 30 de marzo 2025, 14:20
Aitor Esteban ha cogido hoy las riendas del PNV para los próximos cuatro años con un mensaje diáfano, el llamamiento a la «unidad» interna como ... única vía para preservar el futuro de una organización, que, más allá de los nombres y de las personas, debe mantenerse como «instrumento para la libertad de este pueblo». «El adversario ideológico siempre intentará dividirnos con todos los medios que tenga a su alcance, sean mediáticos, económicos o políticos. Es la única forma de doblegar al PNV y en este país hay muchos, tanto españoles como vascos, que desearían vernos mordiendo el polvo. Y a quien ayude a ello no puede considerársele jelkide», ha advertido, en un mensaje directo a quienes, como «contadas excepciones», han intentado torpedear el proceso interno, «democrático y respetuoso», con «insultos y desinformación».
En esa línea, y ante quienes insisten en «el mantra» de un PNV desdoblado en dos almas, sean la pragmática y la soberanista, o las situadas en diferentes puntos del eje ideológico izquierda-derecha, el flamante nuevo presidente del partido ha negado tajantemente la idea del péndulo. «¡No hay dos almas en el PNV, hay 22.000!», ha proclamado, en alusión al número de afiliados del partido, que no es habitual desvelar. «22.000 almas, las de cada miembro de la afiliación, cuyos corazones laten al unísono», ha subrayado entre aplausos de la militancia.
El lugar elegido para celebrar la IX Asamblea General, el frontón Atano III de San Sebastián, un emplazamiento de hondo simbolismo para el partido por haber acogido los primeros mítines de la democracia y por ser cuna de la pelota y el bertsolarismo, ha vertebrado el primer discurso de Esteban como presidente del EBB, que ha empuñado la makila de manos de Ortuzar con lágrimas en los ojos. El nuevo líder jeltzale ha comparado la misión del PNV con un largo partido de pelota en el que a cada generación le toca pelear un tanto, una carrera de fondo en la que «quien se dice abertzale debe asegurarse siempre de que la próxima generación pueda seguir jugando el partido», es decir de preservar la sigla por encima de todo.
Esteban ha comparado, de hecho, al PNV con el propio Atano III, un pelotari «enjuto y de aspecto frágil». «Somos un partido pequeño, enjuto a nivel de Estado, que sabe sacar chispas a sus habilidades y reflejos en beneficio de su pueblo una y otra vez, a pesar de las dificultades», ha dicho, para proclamar el «orgullo» de pertenencia a la sigla, a la que ha atribuido los actuales niveles de autogobierno, el Concierto Económico, y la sociedad «pujante y vibrante» que es hoy Euskadi. Con ese llamamiento a la autoestima tras el convulso proceso interno ha arrancado Esteban la primera gran ovación de la Asamblea. «¡Los conversos a nuestra política, a la cola!», ha clamado, en un claro mensaje a EH Bildu. Casi el único de un discurso que ha pasado siempre de puntillas sobre las urgencias políticas y los retos en las urnas que se avecinan, o sobre los sucesivos retrocesos en las últimas citas electorales.
Aun así, Esteban ha reconocido que hay tareas pendientes por abordar y ha marcado, además, cuáles deben ser las señas de identidad de esta nueva etapa. La primera, de nuevo, la unidad del partido, que ha instado a «cuidar» como si fuera un barco que se pone a punto para seguir navegando. «Quien difiera tiene los cauces internos abiertos para el diálogo y la crítica constructiva. La insidia y la deslealtad no pueden tener cabida en esta organización», ha advertido. También ha reclamado «ejemplaridad y honradez» y, por último, «humildad» para escuchar las «críticas y desaprobaciones, merecidas o no». En esa misma clave interna, Esteban, consciente de que arranca la travesía con un EBB alejado de la paridad que reclaman los estatutos, ha prometido «impulsar un mayor papel de la mujer» en el partido y también conceder un protagonismo relevante a los jóvenes en las estructuras de dirección. También ha asumido, asimismo, que tiene 'deberes' por hacer, esbozados ya en las ponencias, como «mejorar la coordinación« entre los órganos del partido y las instituciones, estimular la participación de la militancia o dar más agilidad a los plazos internos.
En lo político, Esteban, que se ha dirigido en francés a Iparralde y se ha proclamado «democrata humanista» incluso antes que nacionalista, ha dado muestras de que asume la línea pragmática y gradualista hacia la «libertad» de Euskadi, e incluso ha hecho suya la célebre frase de Xabier Arzalluz que aconsejaba coronar la cima del monte dando vueltas a la ladera. Con continuas alusiones a la importancia del fondo sobre las formas, parafraseando a Benito Lertxundi, y a la importancia de que haya nuez dentro de la «cáscara», Esteban ha dejado claro que «los grandes marcos», en referencia al nuevo estatus de autogobierno, «no pueden ser único y absoluto objeto de nuestra acción política», aunque ha insistido en que, en la actual coyuntura, con Pedro Sánchez en La Moncloa, «no desaprovecharemos ninguna ocasión para ir aumentando el autogobienro». «Agotaremos las posibilidades para avanzar en cambios políticos relevantes del marco político-institucional», ha avanzado. Eso sí también ha advertido de que «el camino será largo y no nos lo van a poner fácil», anticipándose a posibles exigencias de mayorías reforzadas o a futuros recursos ante los tribunales.
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