Esther Amaya Jiménez enseña la furgoneta, donde duermen desde hace cinco meses A. G.-O.

Cinco meses durmiendo con su hijo pequeño en una furgoneta porque no tienen casa

Una pareja asturiana solicitó un piso de emergencia al Principado al tener que abandonar el suyo y no poder alquilar otro «por ser gitanos», dicen

ALICIA GARCÍA-OVIES

CANDÁS

Jueves, 27 de septiembre 2018, 13:42

Cinco meses lleva Esther Amaya Jiménez compartiendo la parte de atrás de una furgoneta con su marido y uno de sus tres hijos. Dos somieres, bajo los que guardan algunas de sus pertenencias, se han convertido en su hogar desde que el pasado mes de junio tuvieran que abandonar el piso en el que vivían, cuenta El Comercio. Desde entonces, han hecho todo lo posible por encontrar un nuevo apartamento. En julio presentaron un escrito ante los Servicios Sociales del Principado solicitando una vivienda de urgencia pero, hasta el momento, no han tenido respuesta. «Estoy dispuesta a hacer lo que sea por encontrar un piso, pero llega el invierno y yo no puedo seguir así», explica.

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Amaya tiene tres hijos con los que en un principio se trasladó al módulo de Vipasa que su suegra -la cual está esperando por la adjudicación de una vivienda normalizada en Gijón- tiene en el barrio candasín de Piñeres, cerca del cementerio. Pero, afirma, «es demasiado pequeño». Sus dos hijos mayores, de 13 y 14 años, duermen en dos de las habitaciones, pero el matrimonio, junto al niño de 4 años, han tenido que buscarse otra forma de dormir. Y lo hacen en una furgoneta estacionada en un aparcamiento cercano.

El matrimonio, de etnia gitana, cobra un salario social cercano a los 700 euros, con el que han intentado alquilar otra vivienda. «No hemos dejado de buscar, pero con el salario social te echan para atrás. Te piden nóminas, avales... Cuando llamamos por teléfono a las inmobiliarias siempre hay pisos disponibles, pero cuando llegamos allí y ven que somos gitanos resulta que ya están alquilados», lamenta.

«Al niño pequeño le cuento que estamos de acampada», explica Esther Amaya

Fueron estas dificultades las que les llevaron a solicitar una vivienda de emergencia a Vipasa, pero no acaba de llegar. «Me dijeron que eso no era una emergencia y que tenía pocas posibilidades de que me la concediesen, que no esperase por la adjudicación y buscase un piso de alquiler. Eso es lo que estoy haciendo, pero no encontramos nada», afirma sin comprender esta situación. «Si esto no es una emergencia, que duermo con mi hijo de 4 años en una furgoneta, ya me dirás lo que es», dice. Así, su día a día transcurre entre la furgoneta y el módulo de su suegra.

«Por las mañanas hace demasiado frío. Tengo que envolver al niño con una manta y traerlo corriendo hasta la casa. A él le cuento que estamos de acampada e intento pintárselo lo mejor posible», cuenta. Para los niños este cambio no ha sido fácil. A pesar de que los mayores disponen de un cuarto, la casa no está en las mejores condiciones. Cuando llueve, el agua se filtra por las paredes y atrae a los bichos. «Han pasado de un piso, de su casa, a esto y no lo llevan bien», reconoce.

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La familia intenta llevar esta situación de la mejor forma posible gracias a la ayuda de sus allegados, pero reconocen que «estamos desesperados». «Decirnos que esperemos es fácil pero, al final, llevo cinco meses viviendo con mi hijo en una furgoneta sin que nadie me dé una solución. Puedo estar así unas semanas más, pero va a llegar el invierno. Se empieza a notar el frío y no podemos seguir así», insiste.

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