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Salvador Illa lleva cien días en el cargo de presidente de la Generalitat y se jacta de haber conseguido avanzar en la «normalización social, política e institucional». El Dragón Khan del 'procés' ha cogido el puente aéreo. El ruido ya no está en Cataluña. Está ... en Madrid. Se lo reconocen sus adversarios. «Con tanta normalidad tiene a la gente anestesiada», señalan fuentes de Junts, la primera fuerza de la oposición en el Parlament.
Illa fue investido el pasado agosto con los votos del PSC, ERC y los comunes, aunque gobierna en solitario con los 42 escaños socialistas (sobre 135). El frente independentista saltó por los aires por primera vez desde 2010. Illa está pasando página al 'procés', según prometió en campaña, y ha hecho gestos en este sentido. Prometió lealtad al Rey y a la Constitución en su toma de posesión, restituyó la bandera española en su despacho en el Palau de la Generalitat y se ha reunido con Felipe VI en la Zarzuela, normalizando las relaciones con la Jefatura del Estado. También acudió al desfile militar del 12 de octubre. En Junts aseguran que ha ido demasiado lejos y reprueban que, en estos tres meses, se haya visto y reunido con el Rey seis veces y ninguna con el teórico jefe de la oposición, Carles Puigdemont, aunque no ejerce formalmente el cargo. Illa no descarta entrevistarse con el expresident, como ha hecho ya con todos sus antecesores, incluido Jordi Pujol, a pesar de estar procesado y seguir huido en Waterloo. El viernes, se reunirá por primera vez con Pedro Sánchez en La Moncloa, dentro de la ronda del presidente con los líderes autonómicos.
En esta nueva etapa política, marcada por que ya no hay una mayoría nacionalista en el Parlament por primera vez desde 1984, en Cataluña se habla ahora poco de independencia y en cambio se han recuperado temas pendientes como la revisión del sistema educativo, la ampliación de la plantilla de los Mossos, la reforma del sistema sanitario, la eliminación de la cita previa en la Administración o la carestía de la vivienda. Este es un Govern de «gestión y de reformas para mejorar los servicios públicos», enfatizó el presidente de la Generalitat el miércoles en la Cámara catalana. Illa fue ministro de Sanidad durante la pandemia; por tanto, tiene experiencia en la gestión.
El líder del PSC ha llegado sin hacer demasiado ruido, pero el altavoz catalán subirá de volumen cuando tenga que negociar con el Gobierno la propuesta de financiación singular, el remedo de un concierto económico catalán. El compromiso firmado con ERC es que Cataluña recaude todos los impuestos. El primero, el IRPF: la Administración autonómica, según el pacto de investidura, gestionará la campaña de la renta en 2026. La estabilidad parlamentaria de Illa depende de la financiación. Si no cumple, ERC ya le avisa que dejará de darle apoyo.
Su situación es similar a la de Sánchez, tiene que ceder a las exigencias de los independentistas. Lo está comprobando con los Presupuestos autonómicos. Los republicanos, que se están resistiendo más de lo esperado, celebran su congreso a final de este mes y primero tienen que poner fin a la guerra interna y ordenar la casa. Illa tendrá que empezar 2025 con las Cuentas prorrogadas.
«Nos queremos implicar a fondo en la construcción y la mejora de España, desde nuestra concepción de una España plural y diversa», repite el president con asiduidad. Trata de presentar su propuesta de financiación como solidaria con el resto de autonomías. El proyecto levanta ampollas en todos los gobiernos, también en los socialistas. Su intención es reunirse con todos sus homólogos el año que viene en una gira por toda España. En Junts (y en el PP) están convencidos de que no habrá «financiación singular». «Illa no hace ruido, pero no podrá seguir así mucho tiempo, la gente le pedirá que eleve la voz contra el Gobierno», aseguran los postconvergentes.
El president mira al congreso de ERC y de reojo, a Sánchez. Porque si la legislatura española no carbura porque no salen adelante los Presupuestos del Estado y la mayoría de la investidura no ejerce como tal, se antoja complicado que se pueda abordar la reforma de la financiación y que ERC siga como socio del Govern.
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